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Semana Santa deconstruida

Percebes para la vigilia
 
Percebes para la vigilia

Marzo 2010

Perdonen ustedes por el palabro, pero es que, tal y como están las cosas, parece que el hecho de no darle cien patadas al diccionario en cada artículo, es un signo de pedantería, snobismo o retrogradación, así que, deconstruyamos que algo queda.

Para ser exactos, la palabrita en cuestión existe, de hecho el DRAE define el acto como “Deshacer analíticamente los elementos que constituyen una estructura conceptual”, es decir, que un potaje de vigilia deconstruido es pírricamente factible, porque nadie puede negar que un buen potaje, un potajazo como aquellos que preparaba mi madre en el Horno de Santa Teresa cada viernes de Cuaresma, es “una estructura conceptual”, pero vamos, más sólida que El Monasterio de El Escorial.

Claro que considerar que “Deshacer analíticamente” es poner por un lado el caldito en un dedal, por otro los garbanzos en espuma, el bacalao desperdigado por un vasto e inhóspito plato y las espinacas cristalizadas en crujientes mosaicos, pues a mí ya me parece más discutible (por no decir una gilipollez).Potaje

¿A santo de qué vienen estas majaderías? Pues además del obvio motivo de la presente Cuaresma, es que, el otro día, en una importante emisora nacional, coincidí en las ondas con el magnífico Sergi Arola, precisamente para hablar de los potajes, y antes de poner los garbanzos a remojo, el histriónico chef ya me lo estaba decontruyendo.

No había reposado esas horas que necesita todo buen guisote para que los sabores se mezclen, ni tan siquiera había realizado la preceptiva reacción de Maillard, cuando el jodío culé ya me lo quería descuajeringar para convertir en un cuadro de Tapiés.

¿Y porqué? Me pregunto yo ¿Qué daño le habrá hecho un inocente potajito de vigilia al soberbio estrellado?

Con lo rico que está así, humeante, disforme, caótico, incluso misterioso y temible, porque como te tragues una espina, terminas en urgencias, degollado como un hereje cualquiera.

Para encontrar el equilibrio y la justa expresión del plato, deben ustedes meter la cuchara hasta el fondo y recoger en ella las diferentes capas de la creación”, me dijo una vez un camarero de El Bulli. No sé ¿Me vería cara de imbécil? Porque anda que es complicado el mecanismo de una cuchara.

En mi casa conservo las de mi abuela, preciosas, de plata repujada, con sus iniciales y, sobre todo, enormes, calculo de casi cuarto de litro, con lo que, cada vez que la metes en el intrincado potaje, puedes ir cogiendo tus dosis apropiadas de cada ingrediente, como si fuese un plato de El Bulli, pero caliente y abundante.

La verdad es que me reconozco bastante iconoclasta y nunca he sido muy practicante de la vigilia ni otras mortificaciones religiosas, pero hay que reconocer que, sobre todo en cocina, los siglos han dejado un rico abanico de platos en el tablero español, y destripar así porque sí una deliciosa tortilla de patata, una fabada, o un humilde y devoto potaje de Cuaresma, pues me parece una infamia innecesaria.

Es cierto que durante siglos la Santa Iglesia Católica nos hizo tantas judiadas como pudo, porque aún recuerdo cuando en Semana Santa era obligado cerrar bares y discotecas, pero ¡desconstruir un potaje! Hombre no. Tenga usted valor para poner a Rouco Varela de diana para entrenar a los dardos, pero al potaje no, no coño, no, al potaje déjenmelo tranquilo, que bastante castigo tiene ya el pobre con las atrocidades que le atribuye mi nutriólogo, y eso que es de derechas.

Deconstruir la Semana Santa sí se me antoja una experiencia divertida, sobre todo cuando ya, salvo casos excepcionales y generalmente patológicos, estos días se reciben como unas simples vacaciones, unos días de asueto con los que reponer fuerzas para poder resistir hasta el deseado verano.

El trágico simbolismo religioso de estos días, ya solo sirve como reclamo turístico, por lo que la deconstrucción es tan radical, que prácticamente sería impensable volver a recomponer todos los ingredientes del potaje tal y como eran como cuando el Clero mandaba y todo el mundo tenía que ir de luto.

La Semana Santa como “estructura conceptual” ya solo es una entelequia, un siniestro recuerdo de un pasado medieval que en España duró hasta el año 1975, así que queda poco por deconstruir porque “los elementos que la constituyen” son los derivados de unas mini vacaciones concentradas, es decir, abuso en los precios de hostelería, atascos monstruosos, saturación de personas hasta en los lugares inimaginables, huelgas de controladores, pilotos y demás personal aeronáutico, en fin, una bulla hortera que no merece ser deconstruida porque es todo basura.

Digo esto desde mi más absoluto respeto a los devotos, tanto a los de la religión, como a los del caudal de euros que generan las procesiones en cada pueblo, así que espero no haber sido ofensivo, aunque se supone que, en un país laico o aconfesional (no sé si se han puesto de acuerdo en lo que somos), nadie tiene porqué ver perjudicado su libre albedrío porque la procesión de los cortijeros quiera pasar por la calle principal a la hora de más jaleo, y esto es lo que siempre se hizo, se hace, y, Dios mediante, se seguirá haciendo durante las décadas venideras, para bien de las cofradías, parroquias, y tabernas adyacentes.

Menos mal que aún nos queda El Potaje de Vigilia...

Escrito por el (actualizado: 01/10/2013)