Sindicación de contenidos
Boletín electrónico
Contacto
Mapa web
Logo de FacebookLogo de Google +Logotipo Twitter
 
boton pinteres
Imprime ContenidoEnviar a un Amigo
 

${estadoCorreo}

 

Fumarse un puro

 
Diario El Comercio año 1999.

Antes de entar en los aspectos eruditos y pedantes que me suelen caracterizar, y de explicarles todo eso que a nadie le interesa y que les narraré posteriormente, quiero aclarar que fumar un puro no tiene absolutamente nada que ver con la sucia y peligrosa adicción al tabaquismo, a la cual suelen estar enganchados pobres infelices de toda clase social, que generalmente suelen mirar con desprecio y vergüenza, el infame cilindrín blanco, conscientes de que su feo vicio no les reporta apenas placer, y sin embargo les puede llevar al otro barrio.

Fumarse un puro es una actividad gastronómica mediante la cual el individuo paladea y degusta las diferentes fragancias de un humo, que debe llegar a la boca lo mas frío posible, para que así las sensaciones sean placenteras, y no ese acto de sadomasoquismo que nos suelen ofrecer algunos adictos al cigarrillo, a quienes el padrino de la boda les ha obsequiado con un cigarro, y se lo fuman sin el menor conocimiento de causa.
Para empezar hay que saber elegir el tipo de puro adecuado para cada circunstancia, porque hay puros para principiantes y para consumados habaneros, para sobremesas de media hora o de toda la tarde, para después de comer ligeros pescados, o grasientas carnes y guisos, incluso para verano o para invierno, porque no es lo mismo un cálido habano Punch de calibre robusto, que una delicada panetela dominicana de Davidoff.
Luego ha de encenderse con la suficiente parsimonia y estado de concentración necesarios, como cualquier otro acto hedonista de nuestra plácida vida de gourmet, porque de esta predisposición y dedicación, dependerá en gran medida toda la combustión del cigarro.
Encender un puro a tontas y locas, es como descorchar una botella de Térreus Pago de Cueva Baja sin el debido ceremonial, o avalanzarse sin el menor cortejo sobre una delicada doncella, o sea, además de una ordinariez, un desprecio por la belleza y el embrujo del acto que estamos a punto de consumar.
Hasta el corte de la cabeza tiene su encanto (me refiero a la parte anterior del puro, ya que si bien algunas malas lenguas me han acusado de antropofagia, las únicas guillotinas que he usado son las de bolsillo, como la que reproduzco en la sección contigua), porque no me negaran que es un acto de vandalismo arrancar de un mordisco la perilla de un elegante Montecristo Especial Nº1, para escupírselo luego en el cogote a ese niño impertinente de la mesa vecina, que nos ha estado dando la comida desde el aperitivo hasta el café.
Una vez inciado el acto en sí, este debe disfrutarse con la misma suavidad y calma que esa otras actividades antes citadas, porque las chupadas han de ser cortas y suaves, de forma que el tallo no se recaliente, y así el humo nos llegue fresco a la boca, con el fin de poder mantenerlo sobre la lengua el tiempo necesario para poder paladear e identificar uno a uno los distintos sabores que las curadas hojas nos ofrecen.
Tampoco se debe sacudir la ceniza en el bolsillo de ese camarero que nos da una patadita en la silla cada vez que pasa, porque esta ayuda a mantener viva la candela, de paso que sirve de filtro para el aire que se quema.

Hay más humo en Carta de puros, Puros y Puros sin garantía

 

Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. También le recomendamos consultar en La Simbología de los alimentos

 

 

Escrito por el (actualizado: 29/08/2010)