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Libros de cocina

 
Diario El Comercio año 1998.

Hasta ahora no quise sacar el espinoso asunto del negocio de los libros de gastronomía porque me temía que, siendo yo autor de varios de ellos, algún malintencionado colega podría acusarme de demagogo con intereses espurios, pero como parece que la hogera va subiendo de intensidad, pues vamos a intentar apagarla con un poco de gasolina.

Hace algunas semanas utilicé palabras muy duras con una colección llamada Cocina Tradicional, de Ediciones Librum y, como parece ser que hay serias discrepancias con mi opinión, pues voy a razonarles mi criterio.
Dice la carátula, que es el rostro del libro y lo que en definitiva sirve de reclamo publicitario, lo siguiente: Cocina Tradicional Española. Auténticas recetas regionales de toda España. Incluye todos los platos clásicos...
El mensaje es claro, y está legislado que toda publicidad engañosa es susceptible de ser denunciada por fraude.
Este es el contenido del libro, entre otras cosas: Ensalada de aguacate con naranjas y almendras, Alcahofas con judias, Cazuela de pollo con higos especiados, Dátiles con chorizo, Gambas con guindillas, Pollo con jamón y arroz, Filetes de pescado con naranja y tomate, Merluza con mejillones, Sopa de pimientos asados, etcétera.
Hombre, como cocina tradicional y regional, a mí me parece un poco rara, sobre todo cuando NO incluye, por ejemplo y respecto a Asturias, la Fabada, el Pote, el Arroz con leche, el Tocino de cielo o los frixuelos.
Y respecto al resto de las comunidades, otro tanto de lo mismo.
En mi humilde opinión, un libro que se va a comercializar por todo el mundo llevando en su portada: «Cocina Tradicional Española. Auténticas recetas regionales de toda España. Incluye todos los platos clásicos...», antes de incluir el Pollo con chorizo (jamás lo he visto, ni afortunadamente probado), debería poner alguna empanada, algo de pulpo, un pescado a la gallega, un Marmitako, al menos un bacalao, el ajoarriero, las pepitorias, los asados castellanos de cochinillo y lechazo, las migas, algún cocido, escabeches, callos, rabo de toro, all y pebres, brandadas, escalibadas y morteruelos.
Vamos, digo yo.
Y si encima, en aquellas recetas supuestamente recogidas de la tradición, como es el caso de la Tortilla española, plato nacional por excelencia, dice que se hace, en vez de con patatas, con judías de bote, tacos de pimiento, apio, semillas de sésamo y pimienta negra, pues entonces yo creo que es de juzgado de guardia.
Es una opinión, claro, pero yo creo que bastante compartible con casi todos ustedes.
Todas las autoras de las recetas se llaman Atkinson, Clark, Farrow, y cosas por el estilo, salvo la prologista, que se apellida Franco. Será por aquello de dar algún sabor estereotipado. Cuando salga el tomo de la cocina alemana, esperemos que la prologista no se llame Hitler.
En fín, si he faltado a alguien le pido perdón, pero yo creo que mayor vejación que la que están haciendo este tipo de publicaciones a nuestra imagen gastronómica, desde luego yo no la he cometido.


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