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La Dieta Cantábrica

Horreo en Intriago, Cangas de Onís
 
Horreo en Intriago, Cangas de Onís
Horreo en Intriago, Cangas de Onís

Publicado en revista Viandar, año 2002. Revisado e ilustrado en octubre 2009
 

Después del cuento de La Reconquista (no me negarán que hay que ser muy creyente para tragarse eso de que cuatro moritos que cruzaron el Estrecho en pateras, pudieran conquistar sin aviación, ni tanques, ni camiones, ni siquiera escopetas, y en apenas tres años, toda una península ibérica, y que, a su vez, los españoles tardasen después ocho siglos en reconquistar sus territorios), una de las mentiras mas rocambolescas y sin embargo mejor tragadas por el mundo occidental, ha sido lo de la Dieta mediterránea.

¿Como es posible atribuir al Mediterráneo la paternidad de un régimen en que la mitad de sus ingredientes proceden de América?

Cesta de TomatesPimientos, y consecuentemente pimentón o paprika, tomates, judías, patatas, calabacines y un largo etcétera, no fueron comidos en este litoral hasta hace cuatro días, dos o tres siglos, vaya, cuando en verdad los principios alimenticios por los que se regían todas estas culturas, judíos, cristianos o mahometanos, ya fueron perfectamente descritos en los libros sagrados del Pentateuco, principalmente el Levítico, hace miles y miles de años.

Si por bautizar la cosa fuere, realmente debería llamarse “Dieta Hispanoamericana”, ya que esta forma de comer, es el fruto de un maravilloso mestizaje que un servidor tuvo el placer de estudiar hace una década, con motivo de una sección que escribí para Club de Gourmets, a lo largo de 1992, llamada Gastronomía V Centenario.

El asunto de la Dieta Mediterránea se inició a raíz de unos estudios llevados a cabo en EE.UU. por el Dr. Ancel Keys, a principios de los años sesenta, según los cuales este ilustre médico, descubrió que los casos de enfermedades cardiovasculares, eran mucho mas frecuentes en las zonas de influencia anglosajona y germánica, que en las latinas.
Todavía no se sabía lo del colesterol bueno y el malo (HDL y LDL, pero sí que el exceso de lipoproteínas, uno de los principales causantes de estas patologías, era debido casi exclusivamente al tipo de alimentación y, a partir de ahí, se empezó a divulgar que los mediterráneos comíamos mas sano que los nórdicos, algo inaudito hasta el momento).

Y claro, como no podía ser de otra forma, los franceses que están siempre a la que salta, se dijeron que si al descubrimiento científico le ponían la música de la Marsellesa, pues ahí había negocio (listos son, pero cara también le echan, porque dárselas ahora de mediterráneos cuanto de esta costa tienen doscientas y pico millas, frente a las mas de ochocientas de atlántica, es echarle mucho morro, pero qué coño, si se lo saben montar así de bien, pues olé sus ...).

El caso es que durante las últimas décadas, y lo que te rondaré, desde el polo Norte al polo Sur, y desde Tokio hasta Nueva York, pasando por África, el mundo entero habla de la Dieta mediterránea.
Se escriben cientos de libros de recetas mas o menos ortodoxas, hay miles de restaurantes que presumen de hacer esta cocina, y los latinos, hemos pasado de ser los muertos de hambre, los miserables que teníamos que comer garbanzos con aceite de oliva porque no teníamos ni para guisar con mantequilla, a ser los mas finos y sofisticados del orbe.

Lenguado a la planchaEvidentemente no creo que la Dieta del Cantábrico alcance el eco que la del Mediterráneo, sencillamente porque los franceses no tienen Cantábrico (otro gallo cantaría si la hubiesen llamado Dieta del Golfo de Gascuña, pero la verdad es que no se come ni parecido en Burdeos, La Rochelle o Nantes, que en San Sebastián, Santander, Gijón o Coruña), pero el asunto ha empezado bien, porque la fiesta que montaron para su presentación, fue de lo mas original y divertida.

Con la colaboración de FEVE, los actos se celebraron viajando en el tren Transcantábrico, y allí estábamos todos los plumillas barrigones, así como los mas ilustres cocineros de este litoral. También se coló algún político, pero no molestó mucho.

Comimos en el Real Balneario de Salinas un soberbio menú preparado al alimón por los tres restauradores asturianos seleccionados en este libro: Pedro Morán, de Casa Gerardo, de Prendes, Luis Alberto de Casa Fermín, de Oviedo y, por supuesto, el propio Miguel Loya, del ya citado Real Balneario de Salinas. Pero hubo mas, porque estando en Asturias, no podía faltar la sidra, componente importantísima de La Dieta del Cantábrico, y así nuestro anfitrión organizó un par de espichas que dejaron alucinados a aquellos invitados que desconocían esta costumbre (consiste en ir a un lagar donde previamente se han instalado unas mesas llenas de comida, centollos, empanadas, tortillas, lacones, etc., pinchar un tonel de sidra y, a partir de ahí, que cada cual se desmadre hasta donde su dignidad se lo aconseje, o hasta donde su cuerpo aguante).

No hubo que lamentar bajas importantes.

Ahora habrá que ver como responde el personal, en primer lugar los medios de comunicación especializados, porque la movida puede ser realmente importante. Después, los medios genéricos, televisiones, radios, periódicos, etc., que en principio parece han entendido la dimensión del proyecto y, como tanto los asuntos gastronómicos como los de salud, están hoy de máxima actualidad, pues parece ser que van a dar buena cobertura.

Luego tendrán que responder los consumidores, porque en este país gastarse cien euros en pagarle la copa a una señorita de alterne, o a un estilista para que te pinte el pelo de verde, parece que no duele, pero invertir veinte o treinta en un buen libro, conlleva todo un estudio financiero.

Sería bueno que aprendiésemos algo de nuestros vecinos gabachos. Si alguno de sus nutriólogos hubiese descubierto bondades similares a las de La Dieta del Cantábrico en una región gala, a estas alturas medio mundo estaría ya comprando productos amparados por ese sello, incluidos nosotros mismos, los cantábricos, que por supuesto también tenemos un Carrefour francés detrás de cada carballo astur.

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Escrito por el (actualizado: 25/06/2014)