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Síndromes del Niño Eterno y Peter Pan

Micky Rooney
 
Micky Rooney

Octubre 2015
 

Hacía tiempo que tenía pendiente establecer las diferencias entre lo que los junguianos llamaban el “Puer Aeternus” y el Síndrome de Peter Pan establecido por el Dr. Dan Kiley en 1983, porque muchos autores, psicólogos, psiquiatras y sociólogos de gran prestigio, suelen confundir ambos cuadros.

En realidad el error viene del personaje de James Matthew Barrie que era un niño que podía volar, no crecía nunca y vivía eternamente en el país de Nunca jamás (Neverland), donde todo era felicidad y juegos fantásticos.
Kiley cogió este nombre para nombrar un síndrome muy preciso que no tenía nada que ver con el cuento de Matthew Barrie, pero el éxito del nombre se implantó de tal manera, que la psicología moderna lo tiene aceptado, aunque el cuadro de patologías que configuran este síndrome no se parezca en nada al amiguito de Wendy. 
La célebre psicoanalista suiza Marie-Louise Von Franz, añadió aún más confusión a este pequeño galimatías, ya que escribió sobre el Puer Aeternus haciendo referencia a las ideas de su maestro Carl Gustav Jung, quién afirmaba que las dos resultantes más frecuentes de un hombre enmadrado eran la homosexualidad y el donjuanismo.  
El síndrome de Peter Pan de Kiley se caracteriza por rasgos de irresponsabilidad, rebeldía, cólera, narcisismo, arrogancia, dependencia, negación del envejecimiento, manipulación, y la creencia pueril de que está más allá de las leyes de la sociedad y de las normas por ella establecidas.
Yo lo interpreto como un individuo que vivió una pubertad, adolescencia y primera juventud, tan idílicas, que nunca las ha querido dejar atrás, de tal modo que llega a la edad adulta, incluso a la madurez, obstinándose en seguir viviendo en aquellos años pasados tan felices.
El psicólogo clínico Antoni Bolinches abunda en la idea apuntada por Kiley de una posible inseguridad patológica que conduce al individuo a un estado que algunos denominan esquizo-afectivo.
Bolinches describe así los síntomas de “su” Peter Pan:
  • Idealizan la juventud, para negar la madurez.
  • Tienen un marcado miedo a la soledad.
  • Se muestran inseguros y con baja autoestima
  • Su egocentrismo les hace creer merecedores de recibir y pedir de los demás, sin preocuparse de los problemas de los demás.
  • Son irresponsables.
  • Tienen miedo al compromiso, como coartador de su libertad.
  • Tienen baja tolerancia a la frustración por lo que se sienten permanentemente insatisfechos, no enfrentan sus problemas ni toman la iniciativa, ni se esfuerzan en ello.
Creo que el filósofo catalán mezcla de nuevo el Peter Pan y el Puer Aeternus, porque cita síntomas de una y otra patología en un todo, lo cual induce a confusión. Por ejemplo habla de inseguridad y baja autoestima, lo cual no es frecuente en los piterpanes. Yo he conocido casos claros de Peter Pan en que el sujeto ha formado familia y hasta ha respondido bien como padre, aunque su forma de vestir y obsesionarse por la eterna juventud hagan que en muchos casos resulten patéticos.
Por el contrario el Puer Aeternus ofrece una patología mucho más escondida, más compleja, más enfermiza, si se me permite la redundancia. El Puer Aeternus lleva su enfermedad muy dentro. Por la calle puede parecer una persona normal (aunque suelan tender al afeminamiento pero no siempre a la homosexualidad), pero es en su soledad donde retorna a su infancia, no a su pubertad ni juventud, sino a la infancia.
Este sí es un ser aterrorizado por la soledad que sabe que le llegará el día que falte su madre. Es un hombre que vive bajo las faldas de su madre y se mimetiza con ella hasta el extremo de separarse de su mundo real.
Un caso extremo bien conocido es el narrado en la película Psycho de Hitchcock en que precisamente la obsesión desemboca en una psicosis real en la que el protagonista convive con el cadáver de su madres y hasta se traviste en ella.
Estamos ante dos patologías tan diferentes que una puede ser tomada como un esnobismo o patochada, mientras que la otra puede conducir fácilmente al suicidio, ya que el Puer Aeternus, al verse sin la protección materna, puede verse tan desamparado que prefiere quitarse la vida antes de que los que el ve como depredadores, lo devoren vivo.

Escalas 

Una diferencia notable entre los síndromes de Peter Pan y Puer Aeternus, es que el primero se manifiesta en una escala muy diversa, mientras que en el segundo caso esta es mucho más restringida.
Todos hemos visto piterpanes extremos que rozan lo patológico o incluso llegan a desarrollar una obsesión psicótica por mantener la eterna juventud, intentar seguir viviendo en esa edad feliz, rodeado de chavales con los que alterna sin saber que es considerado como el “pagafantas” de la pandilla. Pero más veces vemos a otros que realmente necesitan un examen profundo para detectar si entran en ese grupo o simplemente son ciudadanos que desean cuidar su aspecto, su físico o incluso tienen aficiones algo infantiles.
Muchos piterpanes afrontan la vida social con entereza, desarrollándose laboral y económicamente bien, aunque en su tiempo de ocio vuelvan a rememorar esos primeros años de juventud alocada.
Me sorprende que no exista ninguna escala de valoración este síndrome porque, aunque el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM) no reconozca este síndrome como una patología,  sí hay manuales de psicoterapia para tu tratamiento y sería conveniente establecer los niveles de gravedad de la patología. Yo creo que podrían al menos establecerse 3 niveles básicos en función al conflicto de integración social, que es el principal problema que provoca esta alteración de la personalidad.
Grosso modo podríamos definirlos así:
  • Nivel 1: Integración social perfecta. El individuo vive armónicamente con su entorno laboral y familiar, aunque haya rasgos que delaten su enfermedad, como seguir siendo “Boy Scout” a los cincuenta años, haciendo fogatas en la playa y cantando canciones de su juventud.
  • Nivel 2: Graves problemas sociales a causa de su personalidad adolescente. Perdida de trabajo, ruptura matrimonial, ruina económica... El individuo entiende que se está destruyendo pero no puede remediar su apego por seguir siendo un niñato.
  • Nivel 3: Total desapego con su realidad circundante. El individuo vive en su propio mundo y puede llegar a la autodestrucción porque se niega a reconocer que debe cumplir con sus responsabilidades.
En el caso de los niños eternos el espectro se acorta hasta diferencias mínimas porque estamos ante una grave enfermedad que el individuo no puede controlar y padece con una incalculable angustia.
Como es lógico hay niveles, no hay dos personas iguales. Un niñoeterno puede trabajar en el negocio de su madre y hasta dirigirlo con diligencia, con lo que su aspecto social externo será de lo más normal, aunque su vida íntima sea enfermiza. En el otro extremo vemos a verdaderos tarados que no pueden separarse de su progenitora ni un metro y mira al mundo exterior con ojos de pánico.
Antiguamente, sobre todo en el medio rural, estos niñoseternos eran realmente maltratados por el resto del pueblo (generalmente se trataba de hijos únicos de madres solteras), sin embargo hoy la sociedad los ignora y pasan más desapercibidos, aunque la procesión vaya por dentro. 
Como he apuntado, en este caso la escala es mucho más limitada, de hecho solo podríamos establecer dos niveles:
  • Nivel 1: El individuo hace una vida aparentemente normal aunque los más cercanos vean una vinculación enfermiza con su madre. No suelen tener una muerte violenta ante la soledad que viven al faltar su madre, sino que suelen caer en alcoholismos graves y sufren un proceso de autodestrucción voluntario.
  • Nivel 2: El enfermo se comporta como un bebé, tiene que estar siempre junto a su madre y hasta comparte su intimidad, por ejemplo, pidiendo a su madre que le bañe como cuando no sabía valerse. En este caso la perdida de la madre suele llevar al suicidio.

Etiología 

Otra de las grandes diferencias entre ambos síndromes es su etiología.
En el caso del piterpanismo, es el propio individuo quién configura su enfermedad, mientras que en el Puer Aeternus, el individuo es una víctima de una conducta aberrante de su madre.
Como ya comentamos antes, el Peter Pan es un individuo que vive una juventud tan feliz que le duele perderla y se aferra a ella hasta desarrollar una personalidad distorsionada con su edad y condición social.
En el caso del Puer Aeternus se trata de un niño hiper protegido por una madre que no quiere nunca perder a su bebé y, como no puede impedir su desarrollo físico, influye poderosamente en el psíquico aún a sabiendas de que está creando un pequeño monstruo que será terriblemente desgraciado el resto de su vida. En la Naturaleza vemos claramente el comportamiento de las madres que enseñan a sus cachorros las técnicas de caza, lucha, protección, etc., que les serán imprescindibles para sobrevivir de manera independiente cuando lleguen a la edad adulta. Si una leona no incitase a su cachorro a buscar su propio alimento y a fomentar su desprendimiento familiar, ese animal seguiría comiendo la caza que le proporcionase su madre hasta que esta muriese, y consecuentemente moriría él también al no saber como ha de comportarse como adulto.
En algunas ocasiones vemos a niñoseternos trabajar, pero ya apunté, suelen hacerlo en el negocio de la madre, como una prolongación de esta. Si la progenitora tiene una tienda, bar, panadería, frutería, peluquería, etc., es normal que el niño aprenda el oficio y acompañe a su madre desde temprana edad, asumiendo poco a poco mayores tareas, pero siempre junto a su madre, nunca se planteará independizarse aunque sea dentro del mismo gremio que domina. Ambos vivirán un extraño matrimonio compartiendo todas las horas de su vida. Puede darse el caso, y este sería el extremo inferior de la escala, de que el hombre tenga cierta vida de ocio, generalmente compartiendo las posibles aficiones de su madre. Si por ejemplo esta es aficionada al senderismo, el niñoeterno  saldrá al monte con mamá y si está en ese nivel mínimo de dependencia, sería posible que se integrase en grupos y saliese solo con sus integrantes, hasta podría hacer excursiones pasando fuera de casa varios días, aunque ya digo que este sería un caso extremo de mínima dependencia, pero la figura de la madre siempre estará presente ya que será ella quién pague todos los gastos ya que el niñoeterno nunca será autosuficiente, aunque trabaje y pueda acceder a un salario.

Sexo 

Habrán observado que en el caso del Puer Aeternus siempre hablo en masculino del paciente y en femenino del progenitor. Evidentemente no es que el sexo influya en las conductas de forma fisiológica, pero sí psíquica, y como estamos hablando de una anomalía en el comportamiento, pues esta diferencia está muy marcada. A una madre le gusta tener cerca a sus retoños de forma instintiva, mientras que un padre tiende más a la formación de estos para su posterior vida adulta independiente. Por otra parte está el niñoeterno, que ocasionalmente también puede ser mujer, aunque es más difícil que se dé esa conducta patológica. Hace algunas décadas era frecuente que la hija más joven o la más fea, quedase soltera para cuidar de sus padres en la vejez. Evidentemente se trataba de un comportamiento inhumano y egoísta por parte de los padres, que indefectiblemente traumatizaba a la pobre hija, pero no la convertía en una niñaeterna, sino en una pobre esclava condenada a no tener vida propia. Era una persona adulta consciente de su desgracia, aunque no pudiese reaccionar contra su situación debido a una sociedad terriblemente machista en la que no podría desenvolverse sin caer en la desgracia y la marginación.
En el caso del piterpanismo el sexo tiene menos trascendencia, lo que ocurre es que en las mujeres suele pasar desapercibido por confundirse con coquetería femenina. Muchas mujeres que elijen el matrimonio como forma de vida, en realidad padecen el síndrome de Peter Pan porque se quedan en esa adorada juventud, pero solo se manifiesta su patología en el caso de la perdida del marido, y sobre todo del sustento económico. Esa piterpana puede pasar toda su vida como una mujer modélica sin el menor rastro de patología según el modelo convencional de matrimonio tradicional en que a la esposa solo se le pedía que estuviese guapa y fuera obediente como cuando era niña. El conflicto se manifiesta si por ejemplo el marido la deja viuda sin apenas pensión, o si se fuga a Brasil con su secretaria. Ahí aflorará su infantilismo, su incapacidad de maniobra, su anclaje en la pubertad. Por el contrario al hombre, ya sea en un ámbito conservador tradicionalista, o liberal progresista, siempre se le va a exigir que madure y sea responsable de sus actos y del bien estar de los suyos, por lo que si hay piterpanismo, este será muy visible al tener el individuo una conducta errática, no acorde con sus obligaciones sociales.

 

Escrito por el (actualizado: 18/10/2015)