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Bodas y banquetes

 
Publicado en el diario El Progreso, año 1992.

Estamos ya en Marzo, la primavera se acerca y con ella las inevitables bodas. Es tiempo de alegría para las novias, de nostalgia para las madres y de soltar perras para los que tienen que sufragar estos gastos que en ocasiones resultan desmesurados a la vista de las penurias por que tienen después que pasar los recién casados, pero que cada cual haga de su capa un sayo ya que lo que ellos gastan otros lo aprovecharán.

Cuando hablamos de estos otros lógicamente estamos hablando de los profesionales de la hostelería.
Son tiempos de vacas gordas para los que se dedican esta modalidad de la restauración y vaya por delante mi reconocimiento hacia ellos, pero nuestra labor aquí no es la hacer de más o de menos a tal o a cual restaurador, sino la de aconsejar a los futuros consumidores acerca de los servicios que van a contratar.


“Nos va a salir bastante bien de precio. Nos ponen unos entremeses con marisco de primero, luego una merluza a la cazuela y después cordero asado. De postre helado y tarta nupcial. Vinos de Rioja, Champán y licores y todo por siete mil pesetas cubierto.”
Lógicamente por ese precio ya se pueden imaginar que los mariscos serán cuatro gambas tahilandesas congeladas y compradas en un saldo, la merluza será un indefinido teleosteo capturado varios meses atrás en el pacifico y adquirido congelado en circunstancias parecidas a las de las gambas y el cordero, traído de Australia vía Argentina, Marruecos, Paris, Madrid, etc..., nos recordará más a la carne de canguro que a lo que conocemos por lechazo de Castilla.
Y es que yo no conozco a nadie que dé duros a peseta. Una parrillada de marisco, aunque sea modesta, si es de calidad cuesta ya más de la mitad de ese menú.
Si valoramos tan solo la comida ya rebasaríamos el presupuesto, añadiendo vinos, cavas, bebidas y orquesta resultaría que el hostelero estaría pagando de su bolsillo la mitad de la boda.

Con esto quiero decir que, independientemente de los gustos de cada cual o de las necesidades sociales de cada familia (a mi me parece una salvajada hacer una boda de trescientos o cuatrocientos comensales), lo que es importante es saber que lo que nos muestra la amplia oferta de la hostelería dedicada a estos menesteres, tiene una doble cara, la de la picaresca creada para la captación de clientes en una despiadada lucha de precios en que lo único importante es aparentar más y por menos dinero.

Cuando yo me casé no había dinero para langostas, ni para merluzas, ni para alquilar el comedor mejor del pueblo, sin embargo comimos empanadas, chorizos y carne asada en una pequeña romería organizada a tal efecto, animada por la música de dos gaiteros y dónde los invitados disfrutaron de lo lindo, comieron productos de la mejor calidad, bebieron buen vino y buenas copas, el restaurador que organizó el ágape ganó sus cuartos y todos quedamos tan contentos.

Por todo ello mi consejo es que hay que dejarse de horteradas y de estereotipos ya caducos.
Es importante buscar calidad y buen servicio y en nuestra provincia hay una importante oferta de grandes profesionales que saben dar ambas cosas a precio razonable. Hay que procurar no querer aparentar más de lo que hay, si el presupuesto no da para cigalas de Marín, pues se come pulpo que está riquísimo y si no llega para merluza del pincho, pues se comen sardinas, lo que hace falta es que lo que se sirva esté en buenas condiciones y sea de calidad.

 Si le interesa leer más sobre este tema, pínche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. También le recomendamos consultar el enlace a Escuelas de hostelería.

Escrito por el (actualizado: 30/09/2014)