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Cocina histriónica

Puré de lentajas con tostada de foie fresco.
 
Puré de lentajas con tostada de foie fresco.

Octubre 2009

El pasado lunes, día 28 de septiembre del 2009, se presentó en Asturias una nueva asociación de cocineros, Anova+, de la que poco puedo contarles, porque nada se nos informó acerca de sus intenciones, salvo que el padrino era un actor muy simpático que andaba rodando una serie de televisión por Lastres. 

Durante la comida, coincidí con unos muchachos encantadores, los Feito, así como con su señora madre y su compañera (no sé si me entienden, me refiero a dos personas diferentes, o sea..., bueno, es igual), los propietarios de Ca’ Suso, un restaurante al que nunca había ido, pero que prometí conocer en breve ya que me indicaron que hacían cocina de mercado, tradicional renovada, con apuesta por productos de la tierra, recetas de la tierra vaqueira, de la abuela, etc.

Cumpliendo con mi compromiso, allá fui al cabo de un par de días y, cuando vi la carta, le pedí a Iván que, antes de empezar con el menú, me trajese un buen pincho de empanada negra de chipirones para acompañar la cervecita (Iván es el de sala, el de cocina se llama Vicente, y lo de Suso, es por su abuelo, que no está disponible).

Al parecer ya estaba previsto y, algo más de media hora después de sentarme y pedir ese plato (hago este desagradable comentario porque había llamado una hora antes para advertir que iba muy ajustado de tiempo y no podía asistir al habitual desfile de vajillas con que suelen agasajarnos), me trajeron un puré de lentejas con foie (el de la foto superior, que puede agradarse pinchando en el iconito).

Ya me dio mala espina, porque eso del foie en la cocina de abuela..., lagarto. Además yo quería comerme un trocito de empanada de aperitivo, pero bueno, me callé.

Poco después, me sirvieron esto que ven en la foto de la Plato de Chipironesderecha, informándome de que era la "Empanada negra de Chipirones".

¿Estaba bueno? Pues hombre, sí, no estaba mal, pero llamar a esto empanada de chipirones ...

¿Como habrá que hacer para que estos muchachos entiendan que cuando un cliente pide cordero, quiere que le sirvan cordero y no rodaballo?

No quiero darles la bulla, porque los chavales son majos y educados, pero ¿Porqué no respetan la voluntad de un cliente? ¿Porqué coño les ha dado ahora a todos los modernillos por decir que su cocina es tradicional y de mercado, cuando lo que buscan es ser más esperpénticos que el Adriá?

A mí me gustan todas las cocinas, siempre y cuando estén bien elaboradas, ya sean nuevas, viejas, asturianas o taiwanesas, pero si quiero comerme un besugo al horno, tal y como se hacía en mi casa por Navidad, y el de Ca’Suso me dice que me lo van a servir así, pues si me ponen delante un Xiao Feng, al estilo Hakka, aunque esté impecable, pues me cabreo.

 Y ahí me ven ustedes, salivando con el recuerdo de la divina empanada del Restaurante Sport, y con este cuadro de Miró frente a mí, sin saber si echarme a llorar, o liarme a cornadas como un rinoceronte en celo.

Entonces, como mi mente estaba centrada en el curso de Inteligencia Emocional al que tenía que asistir, pues me vino a la cabeza una patología psíquica: el Trastorno Histriónico de la Personalidad (pueden ver más detalles en THP).

Ya estaba claro ¡eureka! la Nueva Cocina padecía de THP.

Es más, la Nueva Cocina, consiste en un THP (digo la Nueva Cocina, porque sería descortés y un atentado contra la ética profesional, dictaminar un trastorno psíquico en un colectivo de personas tan amplio como son los cocineritos de la New Wave, pero bueno, ya se me entiende).

Vamos con el nombrecito, porque se las trae. 

Desde que Juan Mari y sus amiguetes lanzaron el concepto de "Nueva Cocina Vasca", los sucesivos copistas que siguieron sus trazas han cambiado el nombre como unas mil veces, que si Cocina de Autor, Cocina de los Aromas, Intuitiva, hasta el más rocambolesco y estrafalario palabro imaginable: Cocina Molecular Tecnoemocinal (les juro que es cierto, pueden verlo en La Cocina nos hizo inteligentes.).

Todos quieren ser originales, pero haber, solo hubo un Van Gogh.

¿No habría algún nombre que nos sirviese a los comensales para poder definir y englobar toda esta nube de cocineritos, más o menos afortunados que, sin saber porqué, se empeñan en descomponer un maravilloso cocido, en cuatro ridículos cubitos de colores bañados en puré?Fabes con manos

Bueno pues sí lo hay: La Cocina Histriónica.

Sin entrar en los detalles técnicos de la patología antes citada, el histrionismo, desde un punto de estudio puramente filosófico, consiste en la teatralidad.

Histrión es el actor, el acróbata, el prestidigitador, el payaso, el comediante que se expresa con gran teatralidad, dando por sentado que la gente le admira por sus expresiones, sin preocuparse de si lo que si dice es cierto o broma. Es más, hasta se puede dar por hecho que esa espada que se ha tragado el fakir es falsa, o que las alarmantes tetas de la vedette, son de quita y pon.

Así la Cocina Histriónica tiene que ser un espectáculo, una diversión, una comedia, un despreocuparse de si ese guiso de Fabes con manos de cerdo está como para comerse diez platos, o es bazofia, porque, como solo van servir un “sí es, no es”, pues lo importante es que se muestre rompedor, novedoso, radiante, incluso con plumas de avestruz si se tercia.

Como ven, no estoy poniendo a parir esta forma de cocina, como asegura Nachito, el de Casa Marcial (en la última guía, parece ser que no alabé bastante su ego y la pagó con el pobre e inocente comercial de la editorial, haciéndole ir siete veces hasta el puerto de La Salgar, para al final vacilarle y chulearle una docena de libros), de hecho hasta la alabo, porque a mí también me gusta el teatro, pero cuando quiero comer, quiero comida, y cuando quiero teatro, voy a teatro.

De hecho quiero hacer una salvedad entre estos jóvenes artistas y aquellos golfos que solo se dedican a montar platos prefabricados, como ya expliqué en el artículo Ponga usted un restaurante, no es lo mismo ni mucho menos, aunque bueno, tampoco es que estos se levanten cada día a las siete de la mañana para hacer la compra, porque hoy todos la hacen por teléfono, y así, sabe lo mismo una comida en Oviedo que en Madrid, Barcelona o Albacete. 

Lo malo es que, como estos ególatras son capaces hasta de pagar una claque con tal de escuchar aplausos, pues así han alimentado a una nube de gorrones, mal llamados críticos gastronómicos (la palabra crítica viene del griego “κριτικός”, que significa “capaz de discernir”), y así, hoy día, para salir en las fotos, pues de poco sirve cocinar un pote como el de La Nueva Allandesa, unas verdinas como las de Casa Xico o un cordero como el del Asador La Miranda , basta con invitarlos a sus comedias, hacerles unas cuantas reverencias y ya tienen una portada.

Eso sí, los pobres histriones se alimentan solo de papel couché, porque los clientes, cuando queremos comer, vamos a los comedores, no al circo.

Escrito por el (actualizado: 01/10/2013)