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Hielo, on the rocks

 
Diario El Comercio año 2.000. Las fotos han sido cambiadas en julio 2009 (Canon EOS 5D MarkII, objetivo Canon Macro EF 100 f 2,8 Ultrasónico).

Una de las pocas veces que he visto a mi querido amigo, Emilio Serrano, fuera de sí (solo se pone furioso cuando en el Hotel de la Reconquista no ponen sus destilados alegando que cuestan cuarenta duros mas que los importados), fue en una reunión de la Cofradía de la Sidra en que alguien pidió hielo para refrescar su brandy de sidra.

“¡Hereje! ¡Ni se te ocurra! gritó, a ver si te crees que me he tirado yo años cuidando ese aguardiente para que ahora tú lo arruines echándole un hielo que apesta a lejía. Pide un chupito de esos de jarabe, pero a mi Marc no lo apestes con esa porquería”.

Y la verdad es que con lo de los hielos, hay que darle la razón.

Un día, en cierto de bar de Caño, tomando unas copas con los amigotes de Cangas, surgió la discusión de si aquel Whisky sabía a trucha o a salmón, y fue al final, cuando la señora (obvio su nombre para que no se mosquée),  nos aclaró la duda, porque en realidad lo que guardaba en el congelador no era ni las unas ni los otHieloros, si no reos. Hermosos, por cierto.

Luego viene el asunto de la temperatura, porque cada vez que protesto en algún sitio porque el hielo no está bien frío, el camarero de turno me mira de arriba a abajo como diciéndome: “¿Qué, te estás quedando conmigo?”.

El agua cristaliza entorno a los 0ºC, con lo que a -5ºC ya se puede manipular, y así, para ahorrarse algo de luz, digo yo, pues en algunos sitios te sirven unos hielos que antes de llegar el vaso a la boca ya se han licuado (liberando generalmente una serie de sedimentos no precisamente muy agradables).

En Zaragoza había un pub que tenía fama simplemente porque sus hielos no se derretían, y podías tomarte tranquilamente la copa bien fría, hasta la ultima gota.

Este Whisky tiene peces” solía decir mi hermano q.e.p.d., e indefectiblemente el camarero le corregía enérgicamente: “ ¡No señor! El Whisky es bueno, será el hielo”, y claro así empezaba la bronca.

Según un sencillo experimento doméstico que acabo de llevar a cabo, con una botella de 1,5 litros de agua mineral, se llenan 7 bandejas de 12 cubitos cada una.

Así, mediante un inequívoco cálculo aritmético, podemos afirmar que si por 60 pesetas (es el precio medio de una botella de 1,5 litros de agua mineral), obtenemos 84 cubitos de hielo, el aumento de precio que esta medida puede repercutir en una copa, rondará las 0,7 pesetas (usando Solan de Cabras, que es la que mas me gusta para los whiskys de malta, cada cubito sale a peseta).

¿No les parece que cuando se paga 500 pesetas (en el mejor de los casos) por una copa que de costo no llega a las 200, ahorrarse apenas un par de pelas es el chocolate del loro?

Por supuesto que también está el costo de la luz, de la amortización de la máquina, la parte proporcional del sueldo, la Seguridad Social, el canon a la Sociedad de Autores por la tele, etcétera, pero por dos pesetas en cada copa ¿merece la pena arruinar ese delicioso Inverleven de Gordon MacPhail?

Les recomiendo que hagan la prueba en su casa con su trago favorito, y que luego prueben en el bar de la esquina.
Pero sin bronca, por favor.

  Este artículo forma parte de una trilogía: Hielo, pero limpio y El limoncito del cubata 

Escrito por el (actualizado: 01/10/2013)