Sindicación de contenidos
Boletín electrónico
Contacto
Mapa web
Logo de FacebookLogo de Google +Logotipo Twitter
 
boton pinteres
Imprime ContenidoEnviar a un Amigo
 

${estadoCorreo}

 

Profesionales y advenedizos

 
Publicado en el diario El Progreso, año 1992.

Hoy les voy a contar una historia. Una historia triste, una historia cruel, pero una historia que se repite cada día en nuestro pequeño mundo de la hostelería.

Se llamaba A.P., o F.G., o L.R., poco importa su nombre.
Se fue de su pueblo para hacer fortuna y trabajó duro durante muchos años de taxista, o de albañil, o de mecánico, tampoco importa mucho.
Estuvo lejos de su patria allá en Australia, o en Suiza, o en Bélgica, tampoco tiene importancia, porque tuvo siempre la esperanza de poder volver a su Galicia natal para tener una casa propia y un negocio que dejar a sus hijos.
Años de esfuerzo y sacrificio, de privaciones y casi a veces de miseria, pero poco a poco amasó una pequeña fortuna con la que realizar sus sueños.
Apenas si conoció lo que era un restaurante salvo para tomar una café el domingo o en alguna boda de algún familiar pero al llegar de nuevo a su país alguien le dijo: “El negocio de la hostelería es formidable. Compras un filete en quinientas pesetas y lo vendes a mil, menudo chollo, en dos años millonario.”
Pocos meses después ya tenía el local, “una de esas gangas que salen” (luego se enteró que llevaba tres años en venta a la mitad del precio en que lo había comprado, pero tampoco importaba porque en poco tiempo lo iba a amortizar).
Se endeudó hasta las orejas para montarlo (el contaba con que cuatro mesas y dos sillas serian suficientes, pero cuando le llegó la factura del instalador de las neveras se quedó más helado que los sorbetes que había dentro) y cuando se dió cuenta que había tenido que pedir un crédito avalado por su propia casa, ya era demasiado tarde para echarse a trás.
Ya tenía casi todo montado y de pronto cayó en la cuenta de que se había olvidado de poner la cocina pero al fin y al cabo lo más importante era que el local tenía cierto aire elegante y, además, al fin y al cabo esa maloliente dependencia se podía poner en cualquier sitio.
Pocas semanas después la euforia dió paso al llanto.
No había caido en la cuenta de que había que pagar los seguros sociales, la luz, el teléfono, los seguros, los artículos de limpieza, los permisos, la letra del instalador y una larga retahíla de facturas que ya ni sabía de donde venían.
Como desde hacía años su señora le preparaba la cena, pues pensó que ella podría sacar la cocina adelante, pero al cabo de dos meses de recibir quejas de los clientes y de ver como nadie volvía a su comedor decidió que sería mas conveniente ponerla a fregar y jugarse el todo por el todo huyendo hacia delante.
Contrató un cocinero que le habían dicho que había trabajado en muy buenos hoteles de Madrid (de esos que tienen cinco estrellas) y que nada más llegar le dejó atónito porque a la carne estofada la llamaba “strogonoff” y al lenguado frito, “menier” (yo nunca he visto esas palabras en ningún diccionario ya que en francés existe la palabra “meuniere” que sencillamente quiere decir molinera, pero bueno, el sabrá).
Al mes tuvo que prescindir de él porque se bebía las botellas de Brandy “a morro” y compraba el pescado más caro que las amas de casa.
También tuvo que despedir al camarero porque invitaba a todos sus amigos a güisquis en cuanto se descuidaba y le daba cada “meneo” a la caja que había que estar mas tiempo vigilandole que antes despachando.
El final de la historia cada cual lo puede poner; hemos visto tantos que apenas si merece la pena hacer referencia a el.
Si Dios, y el ayuntamiento, lo quieren, dentro de unas semanas se celebrará en el instituto de F.P. de Foz (sección de hostelería) el primer simposio de hostelería y gastronomía de la mariña.
Impartirán conferencias y charlas los más prestigiosos técnicos en cada area de esta compleja profesión (cocina, vinos, servicio, relaciones públicas, comunicación, administración, etc.) y acudirán todos los profesionales de Galicia que puedan.
El protagonista de nuestra historia, no.

 

Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. También le recomendamos consultar el enlace a Escuelas de hostelería

 

Escrito por el (actualizado: 17/12/2012)