Sindicación de contenidos
Boletín electrónico
Contacto
Mapa web
Logo de FacebookLogo de Google +Logotipo Twitter
 
boton pinteres
Imprime ContenidoEnviar a un Amigo
 

${estadoCorreo}

 

¿Crisis? ¿Qué crisis?

 

Publicado en la revista PlanetaVino Nº 42, Abril/mayo 2012.

 

¿Recuerdan aquel precioso álbum de Supertramp? Seguro que casi todos los lectores de esta sección sí, porque son personas inteligentes y peinan canas, pero ¿Se acuerdan como vivíamos en aquel año 1975? ¿Alguien sabe lo que narraba el Informe Semanal de TVE mientras Rick Davies aporreaba en su piano “Another Man's Woman”, canción de cabecera de dicho programa informativo?

Hay que hacer un esfuerzo, quizá más profundo de lo que a simple vista puede parecer, porque recordaremos a aquella novia con la que nos recalentábamos hasta donde los Levi’s nos lo permitían, o las cabronadas que nos hacía el sargento instructor en la mili, pero no es fácil recordar como vivíamos, el esfuerzo que suponía para una familia comprar un televisor, irse de vacaciones a un apartamento cuartelero en La Manga, o conseguir un pluriempleo que le permitiese pagar las letras del Simca 1000.
¡Y aquello era progreso, no crisis!
 
Se dice que cualquier tiempo pasado fue mejor e incluso hay nostálgicos que recuerdan con cariño cuando nos corrían los grises a porrazos por Princesa y Moncloa, pero no van por ahí los tiros, ni por los últimos fusilamientos del régimen, ni por la muerte del dictador, no, yo me refiero a aquellos programas en que se hacía propaganda de la ampliación de Morataláz hacia Vicálvaro, de como un obrero podía acceder a un utilitario, o amueblar el saloncito de su nuevo piso de la constructora Urbis con una vitrina de Fórmica y un sofá de Skay. Aquello era el estado del bien estar, España empezaría pronto a respirar con libertad, pero ya había comida para todos y hasta una televisión en cada casa. «Panem et circenses», que decía Juvenal, o “¡Pan y toros, y mañana será otro día!”, como satirizaba don Miguel de Unamuno.
Hoy día, si la mierda del niño no tiene el último modelo de iPhone y la Play Station PSP, ya hay un drama, y toda la familia se mesa los cabellos por esta maldita crisis, porque como ese mes tuvieron que pagar el seguro del BMW, pues ya no hay para los caprichos del nene.
¿Qué nos está pasando? Ya sé que es fácil acostumbrarse a lo bueno, pero tampoco está mal cerrar a veces un poco el grifo, no es ningún drama ni hay que rasgarse las vestiduras. Decía Tagore “Si lloras por haber perdido el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
Este es un tema muy delicado porque hay personas que lo están pasando muy mal y les pido perdón si les ofendo, pero una gran parte de esta situación la estamos creando nosotros con el catastrofismo, esta especie de placer morboso que la mayoría de los españoles siente lamentándose de la calamitosa situación, mientras se toma unos vinos y una tapa de ibérico en la enoteca de moda.
Con los hoteles de lujo a reventar, los aviones llenos, las calles atestadas de coches de importación de alta gama, los supermercados repletos de mercancías suntuarias, etc. ¿Y lloramos por la crisis?
Claro que jode que el gasoil suba cada día, pero en este país, no hace mucho tiempo, había obreros que no comían sino una vez al día, y muchas familias que remediaban el hambre con un bocata de mortadela, y hoy solo pasamos hambre cuando el médico nos pone a dieta.
Muchas bodegas se han ido al garete, pero ¿Acaso era razonable que vinos sin prestigio ni imagen se vendiesen a 50€?
¿A qué estamos jugando, al cascayu? Porque si se sigue paralizando el consumo, entonces sí que podemos entrar en una crisis, pero de las de verdad, como la que cayó en Argentina a principios de los cincuenta y que todavía sigue lastrando el país como una losa del Valle de los Caídos.
Escrito por el (actualizado: 31/12/2013)