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El vino español en el mundo

 

Publicado en la revista PlanetaVino nº 63, Octubre/Noviembre 2015
 

Recientemente, con la edición de mi último libro “Maridajes de vinos españoles con cocinas exóticas”, he tenido la oportunidad de asomarme al mundo de la exportación española de vinos y me he encontrado con que, una vez más, seguimos con la cabeza en la corte de Felipe II, soñando con conquistas heroicas para nuestra noble corona y nuestra santa fe, sin ver cómo otros países más pragmáticos nos están comiendo la tostada hasta en nuestra propia casa, mediante el simple ejercicio del estudio y la razón.

Todos se quejan de que Francia sea una marca de calidad en los cinco continentes y que vinos mediocres, por no decir malos, ganen mercados por el simple hecho de poner en sus etiquetas “AOC Bordeaux, France”. Lo que no quieren ver es que ese país lleva dos siglos haciendo promoción de su imagen. Mientras, aquí solo nos miramos al ombligo y rezamos a Nuestra Señora de Valvanera.
Mi intención era mostrar a ese comensal de Ohio, que sus trajinadas BBQ Ribs, acompañadas por un vino de Albariño, pueden alcanzar la cota de experiencia gastronómica, de excelencia, de paroxismo sensorial, porque de otro modo él, que no solo no sabe donde están las Rías Baixas, Galicia, ni quizá España, obviamente, motu proprio no haría esa prueba en toda su vida.
¿Se imaginan a 200.000.000 de estadounidenses (hay que dejar a los niños y a los indigentes fuera de la estadística), comiendo BBQ Ribs y bebiendo albariños?. Vaya pasada ¿eh?.
¿Se imaginan a cien millones de hindúes y mexicanos acompañando sus picantes platillos con nuestros refrescantes y perfumados rosados?. Qué éxito ¿verdad?. Bueno, pues no hay un sólo vino rosado en mi libro. Se los querrán beber ellos, y van a ir servidos.
Es tema recurrente el interés de las bodegas españolas por vender sus productos allén de nuestras fronteras, lo cual es de sentido común cuando se producen más de 45 millones de hectolitros al año y su consumo interno no llega a los 9 millones (alguien se preguntará si es normal este desfase, pero yo no tengo la respuesta).
Difícil tarea, sobre todo cuando hay una institución dedicada a este menester, ICEX, con un descomunal edificio en lo mejor de Madrid (el mayor alquiler de la capital), con un presupuesto de más de 100 millones de euros al año, y cuya actividad real es..., pues no lo sé, creo que montar alguna fiesta por ahí.
Es sorprendente que, cuando llamas para solicitar su participación en algún proyecto relacionado con la exportación, después de varios meses y cientos de horas perdidas, la funcionaria de turno te responde sistemáticamente que no hay presupuesto. ¿No hay presupuesto para apoyar la exportación?. Entonces esos 100.000.000.-€/año ¿solo sirven para pagar sus nóminas?, digo, porque en ese caso sería mejor cerrar el tenderete y ahorrarnos ese dinerito, que es una pasta (16.500 millones de pesetas).
Pero el colmo de los colmos llega cuando, vista la negativa de esa casa a colaborar con cualquier proyecto sin haber llegado a estudiarlo, les ofreces hacer todo el trabajo gratis et amore. Les dices que simplemente esperas que ellos, en sus fiestas y saraos, distribuyan tu libro, al que encima estás dispuesto a poner gratis su banderita. Y ni se te ponen al teléfono. Menos mal que estamos en año electoral, a partir de ahora seguro que hasta cierran la centralita. Y se llama Ministerio de Economía y Competitividad, que contradicción, claro que el Sr. de Guindos es una contradicción en sí mismo.
¿Por qué se hacen las cosas tan mal?, ¿qué puede justificar conductas tan erráticas?.
Don Benito Pérez Galdós nos hubiera hablado de “La camarilla”, pero me vale el símil de nuestro amado jefe, el Tirano Proensa, cuando habla de los cortijeros. Aún no se han enterado de que están al servicio de los contribuyentes y se pasean a caballo por los pasillos como los señoritos jerezanos: “Que nadie meta sus narices en mi cortijo aunque sea para sacarme de un zarzal, porque lo que aquí se guisa lo mando yo, y si el puchero sale ardiendo, comeremos pan con tocino, pero nadie tiene que saber lo que pasa en mi perola”.
Es necio, radicalmente necio, pero es que su cortijo es nuestra hacienda y ese rancho que ha habido que tirar, lo hemos pagado nosotros.
Es de suponer que en estos momentos estén celebrando un nuevo stand con unos cuantos presidente de consejos reguladores, otros cortijeros, y si acaso algún bodeguero pagafantas, pero así no se promociona el vino español en el extranjero.

 

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