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Este vino ¡Fuera de mi carta!

 
Publicado en la revista PlanetaVino Nº17, febrero/marzo 2008, sección El toque del quera
 

Desde hace ya algunos meses, nuestro querido amo, el Tirano Proensa, viene lanzando mensajes a las bodegas (más o menos tan sutiles como un ladrillazo en un ojo), advirtiéndoles de que los tiempos cambian.

Que en España se hacen muchos vinos muy buenos (en la edición 2008, la Guía Proensa incluye ya 762 vinos de 308 bodegas, es decir, 762 vinos que superan el notable del 8/10) y que ya no basta con que Alejandro Fernández aparezca regalándole un botellón a Aznar.

Que van a tener que afinar sus sistemas comerciales para dar salida a los millones de hectolitros que se amontonan en los miles de bodegas que han tapizado España y que luchan entre sí por salir adelante, pero sin molestarse en hacer campañas serias, sino dejando todo en manos de ese nuevo parásito aparecido a finales del siglo XX con el nombre de “director de marketing” y que promete ser más devastador que la filoxera, porque lo sabe todo y se limita a invadir nuestros faxes y buzones de correo con comunicados de prensa del último premio comprado, indicando que se lo publiquemos cuanto antes…, y gratis, por supuesto, que para eso estamos las revistas especializadas.

Hace unos días, en el restaurante Sport de Luarca, uno de mis preferidos, Juan Carlos, el dueño, enseñando su preciosa bodega a Andrés, nos sacó la última botella de Pago de Carraovejas para retirarlo de su carta. El argumento fue contundente: “Estoy harto de tener que suplicar a un distribuidor. Si una bodega no me abastece correctamente, ese vino ¡Fuera de mi carta!”

En los últimos años se puso de moda que todos los distribuidores dijesen aquello de “lo tengo todo vendido”, para a continuación soltarte el mensajito de: “podría conseguirte una caja, pero, claro, a cambio de que me compres cincuenta latas de pimientos de piquillo”.

Los restaurantes, al menos en Asturias, han hecho un esfuerzo impresionante por ponerse al máximo nivel en su oferta de vinos. Han pagado cursos de sumillería a sus camareros, han elaborado cartas que son verdaderas enotecas, han invertido miles de euros en instalaciones para su conservación, han limitado sus márgenes para lograr rotación, en fin, que se han portado como profesionales que ni en Francia se encuentran.

A su vez, los consumidores han subido su listón de conocimientos pasando de pedir un Rioja como signo de distinción, a saber que hay marcas en La Mancha, Jumilla o Toro que dan cien vueltas a la mayoría de riojas o riberas.

¿Y las bodegas? Pues la verdad es que ellas son las que más han mejorado. Si en la España de los ochenta hubiera existido la guía Proensa, no habría llegado a los 50 vinos (por aquellos años el Andrés y un servidor ya andábamos catando juntos, o sea que no lo digo al tuntún) y hoy rebasa ya los 750, o sea que las bodegas han dado un giro copernicano a sus políticas de calidad. Pero ¿y los sistemas de venta? De pena, miserables.

Aquella misma noche, en esa pintoresca enoteca de enolocos de la que hablamos en el nº 4 de PlanetaVino, La Marina de Salinas, Nacho nos dijo: “Con tanto cambio de distribuidores y tanta fusión de grupos, ya no sabemos a quién comprar los vinos. Yo voy a hacer una criba, bodega que no me de buen servicio ¡Fuera de mi carta!”. Otro.

Por mucho que ZP niegue la crisis y Solbes diga que el problema es que los españoles damos propinas desmesuradas, las cosas se presentan crudas para el 2008 y la criba va a ser de órdago.

Esperemos que cuando vean las barbas del vecino afeitar, algún bodeguero revise las pifias que le ha montado su “director de marketing”, con master en vinos por la Universidad de California.

De momento yo aplaudo la decisión de Nacho y Juan Carlos (el del Sport, claro, porque al de la Zarzuela le dan un servicio impecable) y si nuestros restaurantes diezman la oferta de sus cartas, pues será malo para el consumidor, pero quizás sirva para vacunar contra la chulería a muchos distribuidores y directores de marketing, de esos que solo leen el Marca y el Interviú, porque ya bastante cansados están de oír hablar de vino todo el día, como para encima leer las revistas especializadas. Aunque eso forme parte de su trabajo.

Escrito por el (actualizado: 01/01/2016)