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Navidad, mon amour...

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Navidad, mon amour...

Publicado en la revista PlanetaVino Nº 58, Diciembre 2014/Enero 2015

Mi relación con esta cosa que llamamos Navidad ha sido siempre de amor y odio, ese extraño sentimiento de ambivalencia que por un lado nos dice “¡Alegría! langostas y champán” y por otro “No seas imbécil, espera un poco y podrás comprar langostas frescas a mitad de precio y champanes de oferta en tu vinoteca”.

No cabe duda de que las navidades son las fiestas de los niños y de la familia, porque hasta los mayores, los que tienen que soltar la pasta para montar la fastuosa mesa de Nochebuena, ese día rebosan felicidad.
Nadie se acuerda, ni quiere acordarse, de la catástrofe que tiene liada en la oficina. Hasta los inspectores de Hacienda hacen la vista gorda esos días. “¿Como voy a desplumar a este infeliz durante estas fiestas?” dice para sí el apaciguado sátrapa, y pospone la ejecución para el mes de la cuesta.
Aunque este año no se si habrá cuesta, porque si el Estado no paga la extra, es de esperar que no pocos empresarios se apunten al carro, así que Navidad cristiana, misa del gallo, visita a belenes, que es gratis y para despedir el año, un matasuegras para darle alegría al momento de las campanadas.
Si he de serles sincero, lo cierto es que aun servidor (y creo a muchos miles de españoles más), estas fiestas le dan por saco sobremanera.
Aparte de la tragedia familiar que viví en estos días hace casi cuarenta años, el caso es que, salvo ver a los nenes ilusionarse con Papá Noël y los Reyes Magos, siempre he vivido estos días con verdadera aflicción, casi con dolor, porque la tristeza que supone la soledad en estos días, es mucho más profunda que la que pueda se sentir en San Fermín. No sé porqué, quizá porque, a pesar de los denodados esfuerzos de la Iglesia por convencernos en que han de ser días de júbilo por el nacimiento de Jesús (parece ser que nació en marzo, pero como no les encajaban las fechas, pues Justiniano dijo que el 24 de diciembre y punto), lo cierto es que se celebra el solsticio de invierno, los días más cortos del año, la muerte de la Naturaleza, y al paso que vamos, como a Montoro no le dé un soponcio, también la de la mitad de los españoles.
El año que viene, año de La Cabra en el horóscopo chino, va a ser mucho más divertido, habrá juerga, habrá movimiento, incluso hasta puede que emplumen a unos cuantos indeseables de esos que saquearon España mientras daban lecciones de moral. Pero ese año no empieza hasta el día 19 de febrero (los chinos tienen esas cosas), de modo que aún nos quedan unas cuantas semanitas de escuchar las memeces de Wert y De Guindos, pero bueno, con unas copitas de buen vino, hasta esos sapos se pueden tragar.
De momento nosotros estamos trabajando para que puedan ustedes disfrutar de unos buenos momentos, una receta rica y sencilla, una selección de vinos insuperable y unos artículos que, como me dijo el otro día un amigo: “Nunca nadie ha trabajado tanto en la educación vinícola de este país, porque los contenidos de esta revista componen la mejor enciclopedia vitivinícola que jamás se haya publicado, quizá en todo el mundo”.
Yo creo que cuando dijo eso de “los contenidos de esta revista” me dejaba a mí fuera de la zona seria, pero bueno, es igual, también le deseo unas cortas y felices fiestas, como a todos ustedes.
Feliz cabra 2015.

 

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