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Alcachofas para la salud

Alcachojas fritas con erizos de mar
 
Alcachojas fritas con erizos de mar
Diario El Comercio año 1997.

Desde la mas remota antiguedad, ya el propio Apicio reseñaba media docena de recetas en sus libros de cocina, este cardo ha sido reconocido por cocineros y científicos como una pequeña panacea: sabroso, decorativo, diuretico, hepatoprotector, etcétera, bueno pues ahora se ha descubierto que además es el remedio mas eficaz contra el estress, de modo que entre meterle la cabeza dentro del ordenador a ese compañero que nos está rompiendo los nervios, o comerse media docena de alcachofas, les recomiendo lo segundo.

Puede que sea menos gratificante, pero a corto plazo resulta mas rentable y además nuestro hígado lo agradecerá.
Sin embargo las alcachofas son unas hortalizas muy polémicas, de hecho antes de salir de este artículo a la calle ha tenido que ser supervisado a conciencia por varios censores no fuera a herir la sensibilidad de algún desprevenido lector, y algunos autores, mucho más documentados que yo por supuesto, afirman que esta planta no llegó a España hasta el siglo XV.

Evidentemente deben referirse a la España visigótica, a la carpetovetónica, a la auténtica vaya, porque a la morisca desde luego que lo hizo bastante antes, de hecho el origen de esta palabra viene del árabe al harsufa que quiere decir algo así como cardo comestible.

Pero ya por aquel entonces, me refiero al siglo VIII, en la península debían comerse otras alcachofas mas silvestres, los alcauciles, que quizás fuesen llevados antaño por los romanos y por su buena aclimatación en las regiones meridionales, se llegaron a asilvestrar en Andalucía.

Prueba de su consumo en la Huspania romana son los textos de Columela en su Tratado de Agricultura, donde la considera una hortaliza de primer orden.

Sin embargo los historiadores españoles, fieles seguidores de las pautas de sus colegas franceses, ingleses e italianos, admiten respetuosamente que por estos pagos no llegaron hasta que Catalina de Medicis las pusiera de moda. Pero curiosamente la palabra alcahofa también se utiliza en agricultura para designar la boca de las regaderas y de las duchas, e incluso un determinado panecillo, lo cual si tenemos en cuenta que es palabra árabe, pues resulta un tanto sospechoso.

Pero vamos aun mas allá, porque no olviden que todo lo bueno ha de ser pecado y aunque yo no haya visto ningún cesto de alcachofas en los escaparates de los sex-shops, el Roman bourgeois de Antoine Furetiere escrito en 1666 ya adviertía a las pudicas señoras: "... si alguna de ustedes hubiese comido alcachofas, sería señalada con el dedo ...".

Luego vino Rabelais, aquel monje benedictino que no solo defendió el epicureismo en su Gargantúa y Pantagruel sino que al final resultó ser masón, y defendió el consumo de esta planta afirmando sus virtudes terapeuticas, lo cual seguro que encierra algo satánico y lujurioso.

Nestor Luján reproducía en su libro Como Piñones mondados un cantar de las verduleras parisinas que decía: L’artichaut, le bel artichaut, Pour monsieur et pour madame, Pour échauffer les corps et l’ame, Et pour avoir le cul chaud (alcachofas, lindas alcachofas, para la señora y el caballero, para reconfortar el cuerpo y el alma, y para tener el culo caliente). O sea, pecado seguro.

Afortunadamente en Asturias no somos muy proclives a su consumo, quizás gracias a Don Pelayo y a los sucesivos reyes católicos que mantuvieron puras nuestras raices y así, aunque el clima permitiese cultivar gloriosos ejemplares, como los que se obtienen en Bretaña, en nuestras huertas apenas crecen estas peligrosas plantas. En las fruterías sí las hay, cuidado con la tentación.

Si a usted, lector inteligente, que seguro ha de ser ya que de otro modo hubiera entrado en esta web, le gustan las alcachofas, como es su obligación por ser persona de gustos refinados, le sugiero que lea más sobre este divino cardo pinchando en: 

y en las recetas

También le recomendamos consultar en La Simbología de los alimentos

Las alcachofas, junto a los espárragos, son el peor de los verdugos para cualquier vino, sobre todo los tintos ya que su amargor hace que estos sepan a pis, pero con algunos blancos afrutados y ligeramente dulces, como los Gewürtraminer, del Rhin o Mossela, o algunos moscateles, resultan algunos maridajes muy agradables, como el Blanc Planell.

Escrito por el (actualizado: 11/01/2014)