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El triste sino de llamarse Nabo.

Manojo de nabos
 
Manojo de nabos
Publicado en la revista de la Cofradía de los Nabos, eedición 2006.
 

El drama de los nabos en España es precisamente ese, que sufren la desgracia de llamarse Nabo. Si se llamasen, pongo por caso, Arbi, como en vasco, serían unas hortalizas apreciadísimas, como sucede en aquellos valles, pero llamándose nabo, son objeto de burla, de chiste fácil y soez, de broma de mal gusto.

En casa de mis padres había una doncella que se llama Leonila y claro, la pobre era feísima. Si se hubiese llamado Ginebra, seguro que hubiera sido mucho más mona y más feliz.

En Francia se llaman "navets", precioso, por lo que resultan elegantísimos. Hasta los cocinan con pato, que por cierto, están deliciosos, porque absorben la grasita del animal y quedan como una golosina.
Pedir "Navets farsis", es un gesto de lo más elegante y los restaurantes de postín lo incluyen en sus cartas, mientras que por los nuestros, comer nabos era poco menos que una inmundicia más propia de suídos que de humanos.
En España nacer nabo es una desgracia, por eso aquí se guisan camuflados dentro de un pote, escondidos tras esas temibles morcillas asturianas que pasan como por una apisonadora por cualquier plato que tocan.

En Galicia, región que a pesar de los esfuerzos del señor Fraga por decir que es un paraíso gastronómico, se come bastante mal, no se usan. Solo se consumen las hojas, los grelos y el bulbo se lo dan a los cerdos.

Sin embargo en Marruecos, país refinado donde los haya (me refiero a los ricos, claro, los pobres subsaharianos son esclavos que sueñan con un plato de pienso), los consideran como uno de los ingredientes más nobles del cuscus, o alcuzcuz, como se dice en castellano, y les puedo asegurar que quién haya probado un nabo así guisado, no lo olvidará jamás.

En Bélgica hacen una crema, "Créme de navets", que es una verdadera delicia, pero en Asturias, como se supone que la cocina tradicional solo es la que aparece en los libros de María Luisa García y Magdalena Alperi, pues no hay manera de hacer algo que no viniese en los ramilletes del ama de casa de la Sección Femenina, que es de donde ellas sacaron la mayor parte de sus platos.

El "Gratin de navets" (nabos gratinados), es otra fuente de inspiración casi inagotable, desde la más simple y tradicional receta suiza, con ajo, mantequilla, nata y Gruyere rallado, hasta las más sofisticadas de Normandía que llevan setas y marisco, o esas gloriosas y golosas holandesas, cargadas de perfumados hinojos y tocino fresco.
En Bretaña probé un plato con bogavante, Navets à la mousse de homard, que nunca olvidaré, tanto por lo exquisito y delicado de la receta, como por el estacazo que le pegaron a mi pobre tarjeta de crédito.

En Alsacia preparan un guiso a la sidra y con una especie de lacón, que seguro que en Asturias podría gustar. De hecho bien podría hacerse todo un recetario en torno a esta sabrosa raíz, lo malo es que saldría el habitual manguán de turno asegurando que en Sotrondio siempre se comieron en pote con morcielles, y todo el trabajo iría al garete, aunque seguro que el susodicho erudito no los hubiera probado hasta que la Cofradía le invitó a sus primeras jornadas gastronómicas.
Simplemente cocidos en vino blanco o sidra, con unas tajadas de panceta (en Toulouse los llaman "Navets braisés au vin", que queda muy fino) ya son todo un plato de primera fila, porque el nabo debe comerse como tal, como protagonista exquisito que es, no como relleno atascaburras, como tropiezo de sopa boba, o como remedio para hambrunas, uso que se le dio hasta que la patata lo substituyese con mayor éxito ya que es más contundente.
Pero no es culpa de los pobres nabos, sino de la maldición de su nombre.

Los ingleses los llaman "turnip", y así preparan sus "Turnips roasted in orange sauce", que no me digan que no queda precioso. No pueden faltar en su Roast dinner, la cena tradicional, la gran comida de la semana, y hasta tienen un pastel de carne, el Cornish pasty, autentico orgullo nacional, preparado con carne y turnips.
Los alemanes los llaman rübe, ¡qué importante! Así no es de extrañar que hasta tenga una web: www.rettet-die-ruebe.de, o se use como logotipo de una empresa de transportes, Spielmobil Rote Ruebe, pero claro, en asturiano ¿se imaginan que Alsa se llamase: “El Nabo Colorado”? Menuda coña.

En italiano se llaman rapa, por lo que van casi tan jodidos como los nuestros, aunque ellos les dan más aprecio porque allí no hay “Rapa das bestias” y por tanto rapa es una palabra mas o menos decente. Aún así, a mi suena un poco sospechoso. Por ejemplo en la receta de Verdure Miste al Forno, dicen : “Tagliare la rapa e la cipolla in otto spicchi”. No sé, a mi, como que me da un respingo por el cuerpo.

Pero gracias a la labor de la Asociación Amigos de los Nabos, esta hortaliza está recobrando la dignidad perdida y, si nada lo impide, dentro de poco todos los asturianos tendremos un amigo nabo. De hecho hasta deberían incluirse en los tests de personalidad: “¿Qué siente usted al tocar este nabo?”, preguntaría el psicólogo, y seguro que escucharía respuestas insólitas.

Por mi parte yo tengo 21 referencias a estas hortalizas en mi web, que no está nada mal teniendo en cuenta mi nacionalidad, pero mi preferida es la receta Estofado de Oca con Nabos, un plato antiquísimo, casi emblemático del Camino de Santiago verdadero y por tanto eclipsado por la Iglesia que consideraba estas aves como talismán pagano, sobre todo después de las persecuciones contra los cátaros y templarios. Si no se los hubiesen cepillado, tendríamos una maravillosas recetas mozárabes en las que ocas y nabos iban de la mano en santo matrimonio.
Amén.

  Si les interesa saber algunas curiosidades sobre los nabos y ver otras recetas, pueden pinchar en Nabos, hasta de postre,Nabos rrellenos de oricios, Estofado de Oca con Nabos, y Pato con nabos.

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Escrito por el (actualizado: 09/11/2014)