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Acuicultura en Asturias

Lubinas de piscifactoría
 
Lubinas de piscifactoría

Diario El Comercio año 1999.
 

Partiendo de la base de que la alimentación ha sido siempre la mayor preocupación del hombre y de todos los animales, es fácil deducir que su gran sueño fue construir una máquina que a partir del aire fabricase comida, ya que con semejante invento cualquier rey podría convertirse en el amo del mundo.

El primer paso fue la ganadería, es decir, disponer de animales vivos en el corral para no tener que salir a cazar para comer, y así los pueblos agrícolas y ganaderos colonizaron la tierra, desplazando a los lugares mas inhóspitos a aquellos que dependían de la fortuna de la caza para sobrevivir.

Pero los animalitos se reproducen a su aire, y cuando las concentraciones humanas empezaron a alcanzar esas cifras macroscópicas llamadas ciudades, el fantasma del hambre volvió a manifestarse.

Sin embargo en este siglo el hombre dió un gran paso al caer en la cuenta que a partir de los huevos se podía generar carne, y que controlando estos, no sería difícil generar grandes cantidades de alimento, y así empezaron a explotar a las estúpidas gallinas, haciendolas creer, mediante luz artificial, que amanecía quince o veinte veces al día, y que su obligación era poner huevos como una ametralladora.

El éxito fue tan grande que en poco tiempo el pollo pasó de ser manjar de mesas nobles a comida de pobres, y gracias a la avicultura, muchos millones de personas pudieron irse a la cama con el estómago tranquilo.
Pero el invento no quedó ahí, porque si una gallina podía poner huevos a destajo, una trucha de una sola tacada podía soltar miles, que a su vez, ya convertidos en carnoso teleosteo, podrían suponer camiones y camiones de alimento.
Otro éxito colosal.

Pero ahora llega el no va mas, porque con tanta comida y tanta riqueza, el hombre occidental ya se ha vuelto un sibarita, y como no le basta con que el alimento sea abundante si no que ya aspira a que también sea exquisito, pues hete aquí con los sueños de Brueghuel hechos realidad, y nuetra sociedad ya es como aquel país de Jauja que pintara el genial flamenco.
Pollos, pavos, perdices, codornices, faisanes, salmones, truchas, doradas, rodaballos y lubinas, inundan nuestras calles, y no ya en carros, como aparecía en aquella obra de arte, si no en gigantescos camiones capaces de cargar con un ciento de aquellas carretas.

¿No les parece a ustedes que esto es mas importante que haber ido a la luna? (además no sé a qué demonios fueron tan lejos, porque no encontraron nada).

El Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación ha lanzado una campaña que dice: «Pescado de crianza tan fresco que salta a la vista», y motiva a los hosteleros para que inciten a sus clientes a consumir estos productos, ya que con ello se convierten en «protectores de la reserva marina», y otras muchas cosas buenas más.
¡Qué bien!

Que mundo tan feliz nos ha tocado vivir, solo que en estos días de Navidad, en los que la solidaridad humana alcanza niveles lacrimógenos, quizás deberíamos perdonar un poco a aquellos pueblos a los que, como se hiciera antaño con los cazadores, hemos empujado a los campos mas inhóspitos, y dejarles comer alguno de los animalitos de nuestro corral, aunque los hayamos fabricado nosotros con una máquina que hace comida del aire.

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Escrito por el (actualizado: 25/04/2015)