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El último ciclóstomo

Lamprea al estilo de Arbo
 
Lamprea al estilo de Arbo
Diario El Comercio año 2000.
 

El título recordará, a los de mi quinta o anteriores, la novela de Fenimore Cooper, pero aquí no hablamos de mohicanos ni de otras etnias de indios americanos, si no de animalitos comestibles, y por cierto, exquisitos.

Los ciclóstomos son unos bichos antidiluvianos, el primer paso hacia los vertebrados, por ello ostentan rasgos tan curiosos como que, aún cumpliendo funciones orgánicas como las de otras especies de similar morfología (serpientes, anguilas, congrios, etcétera), estos no solo no tienen esqueleto, si no que ni tan siquiera disponen de mandíbulas, solo chupan, pero con una fuerza que recuerda a algunos políticos.

Podríamos darles información zootécnica muy curiosa, desde que son anádromos, o sea que viven en el mar y se desarrollan sexualmente al entrar en agua dulce, hasta que durante el cortejo, el macho se aferra al cogote de la hembra y le propina tan soberana paliza para que suelte los huevos, que a consecuencia del desmadre, la pobre madre muere sin llegar a ver a sus hijitos que han de crianse hundidos en el fango y el lodo hasta los tres años. Consciente del crimen, el macho, ya viudo, también muere de pena, simplemente soñando con ser perdonados por sus huerfanitos, y con salir en alguno de esos programas de miseras sociales que emiten por las tardes en todas las cadenas de televisión.
Pero nosotros estamos aquí para hablar de gastronomía y, en este aspecto, el asunto es casi tan sórdido como sus relaciones sexuales.

Como ya apuntamos en el título, las lampreas son los últimos ciclóstomos que sobreviven en la tierra y, según algunos cientificos, están en peligro de extinción.
Solución: prohibir su pesca. Muerto el perro, se acabó la rabia.
Pero ese no es el problema.

A poco que se regulasen las capturas, el equilibrio se podría mantener perfectamente, y en Asturias los restaurantes podrían ofrecer una de las carnes mas exquisitas con que gastrónomo alguno pueda soñar.
El factor de exterminio está en la contaminación de los ríos, el envenenamiento por pesticidas y abonos descontrolados, la eutrofización de los fondos, hasta la invasión de especies carroñeras de aguas saladas que, como los muiles, han conseguido alterar su sistema osmótico hasta el extremo de vivir a sus anchas en aguas tan dulces como el río Sella a su paso por Arriondas.
Ya hemos explicado como los animales adultos mueren despues de su primera y única puesta, por lo que es frecuente ver flotar sus cadaveres por la superficie, mientras otros peces disfrutan de tan preciado plato.
Ya es un éxito tangible (podría decirse que inesperado por lo desproporcionado sobre los objetivos marcados), el sistema de desove controlado que la central de Caño está desempeñando en los últimos años con los salmones.

Quizás nuestros administradores aún no sepan que en paises con peor clima que Asturias, como por ejemplo Escocia, la pesca deportiva fluvial es un atractivo turístico de primer orden, que en el caso de nuestro gastronómico Principado y encima hablando de lampreas, si limpiasen bien las riberas y controlasen de verdad los vertidos (sobre todo los municipales), en vez de limitar nuestra oferta culinaria, lo que se conseguiría es repoblar a tope nuestros ríos y mejorar aun mas nuestra oferta hostelera.
A lo mejor, si no lo hacen, es para castigar a los lampreos por sus bajas pasiones, o incluso a los gastrónomos por las nuestras.

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Escrito por el (actualizado: 12/10/2014)