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Esto es la leche

 
Septiembre 2007

Si no fuera porque de las informaciones que transmiten los políticos, los directores de marketing y los medios de comunicación, ya no me creo ni la hora, el conflicto que se prepara para este otoño con  la escasez de leche en Europa, es como para meter a todos los ministros de agricultura en un establo y tenerlos a pienso hasta que encuentren una solución que les devuelva su condición humana.

Como dijo el escritor Claudio Magris, Premio Príncipe de Asturias de las letras 2004, en unos debates organizados por esta Fundación sobre el periodismo actual en Enero de 2006: “La verdad solamente aflora cuando ya no se necesita para nada”.
Por eso, y a pesar de los miles de artículos publicados y premios ganados, nunca me he considerado un periodista, porque yo siempre narro mis verdades, eso sí, absolutamente subjetivas, porque para contar noticias objetivas que ya no sirven para nada, para eso hay cientos de periódicos.  

Voy a explicarles lo de la leche, porque tiene guasa. 

Para los consumidores madrileños, barceloneses o sevillanos, la leche es un líquido blanco que sale de un envase multicolor y que, según el plan dietético que estén sufriendo en ese momento, pues será entera, semidesnatada, desnatada, refrigerada,  pasteurizada, esterilizada, uperisada, digitalizada y cualquier otra atrocidad que se les ocurra a los diseñadores del marketing lácteo.

Bien, pero para los asturianos la cosa cambia, porque en nuestros valles, resulta que la leche sale de las tetas de las vacas (una excentricidad como otra cualquiera), y así resulta que, según se les ponga a los ministros de agricultura en sus partes, pues nuestra sociedad rural será próspera o se irá al garete.

Durante siglos los abnegados ganaderos astures fueron ganando praderías al monte, lo cual les aseguro que es ardua tarea donde las haya, para que nuestras encantadoras vaquinas pudiesen pacer felizmente viendo a lo lejos los montes de Covadonga, incluso los Picos de Europa, que en invierno son un espectáculo sublime y en verano, pues menos, pero también prestan.

De pronto, y sin saber muy bien porqué, a nuestros gobernantes les dio por cerrar vaquerías y prohibir a los aldeanos cuidar de su pacifico ganado.
“Nada de leche, estamos en Europa y en la CEE sobra leche, así que dedíquense a navegar por Internet porque a España le corresponde una cuota inferior al 50% de la producción actual”.
Bueno, pues a pasear al perro.

El caso es que en esta última década, la producción láctea española se ha reducido en un 60%, los ganaderos asturianos se han dedicado a alquilar habitaciones para Turismo Rural y nuestro maravilloso paisaje se está arruinando porque aquellos deliciosos montes que parecían un mosaico multicolor, con praderías cuidadas, cercas de avellanos y acebos, y caleyas por donde circulaban a diario los paisanos con sus vacas, pues se han arruinado. Los prados se han llenado de bardos y tojos, los caminos se han cegado y esos montes que invitaban al paseo, ya no permiten hacerlo ni a los jabalís.
Se han cargado la cultura ganadera asturiana, bravo, debe ser en pro de la ciencia, pero para nosotros y para todos los que aman la naturaleza y los paisajes del llamado Paraíso Natural, esto es una putada.

¡Y ahora dicen que se han quedado sin leche!
La madre que los parió.   
¿Pero acaso esa gentuza no gana millones para planificar y administrar nuestros recursos?
Han destruido una forma de ganadería artesana, absolutamente integrada en nuestra forma de vida y en nuestro equilibrio ecológico, eso que ahora se llama pomposamente “Sostenible”, en beneficio de la intensiva, con macro estructuras por las que entra una vaca por una puerta y por otra sale convertida en yogures, quesitos, hamburguesas y seis mil componentes indescifrables de esos que en las composiciones del jamón de York o del pan de molde, llaman “grasas animales”, “lácteos”, etc.

Así que, encima de joder a nuestros pobres paisanos y arruinar nuestras bucólicas praderías, ahora nos suben la leche al doble, yyyyyyyyy..., porque ya están amenazando con que el conflicto puede agravarse si a los chinos les da por beber leche, desayunar pan con mantequilla y merendar pizzas, que parece que ya están cogiéndole gustito a los placeres occidentales (en el último lustro ha crecido su consumo un 76%, pero es que en 2006 produjeron 30 millones de toneladas, siendo ya el tercer país productor), y para colmo, a su primer ministro, Wen Jiabao, ahora le ha dado por promocionar el consumo: “Bebe leche y crecerás hasta ser un fornido atleta”, rezan unos anuncios con el atleta Liu Xiang bebiendo de un brick. Nada menos que un Jin (1/2 litro) por chino al día, que dicho así no es nada, pero multiplicado por 1.300 millones, supone casi 20.000.000.000 de litros al mes ¿Saben cuanto es eso? pues ¡Un millón de camiones de los grandes! Como sigue siendo inconcebible esa cantidad, esto supondría una caravana de camiones de 15.000 km, o sea, más que del Polo Norte al Polo Sur ¿Se imaginan ustedes un atasco de camiones que fuese desde Moscú hasta Ciudad del Cabo, pasando por Madrid, y todos cargados de leche? Bueno, pues eso es lo que van beberse los chinitos cada mes.

Ay, Dios mío, se me ido la olla. Para comprenderlo mejor, una caravana de camiones, morro con culo, desde Madrid hasta La Coruña ¡Cada día!
Y a nosotros, en Asturias, donde nos prohibieron producirla en ganadería sostenible, ahora nos toca pagarla a precio de estraperlo, quizás ¡hasta más cara que la gasolina!
Esto es lo que la Federación de Productores Lácteos (Feplac) decía hace cinco años: “La industria láctea rebaja los precios de la leche para dar salida a los excedentes acumulados en el mercado”.
¿A quién le cortamos la cabeza?

Escrito por el (actualizado: 04/01/2014)