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Navidades gastronómicas

Pularda deshuesada y rellena de foie, castañas y orejones
 
Pularda deshuesada y rellena de foie, castañas y orejones

Diciembre 2009

Con esa monotonía propia del calendario gregoriano, el mes de diciembre nos trae la trasnochada Navidad, unas fiestas absurdas en las que todo el mundo aparenta ser bueno y estar feliz, cuando los únicos que disfrutan son los colegiales y los profesores que no tienen que ir a clase.

 Hasta los gastrónomos sufrimos por estas fechas, porque es para nosotros un tiempo de abstinencia, salvo para los gorrones que en estos días se atiborran de comer de papo a cambio de escribir alguna esquelita diciendo que en el comedero tal o cual, en la cena cotillón de Nochevieja, van a poner marisco fresco del Cantábrico.

Yo siempre he recomendado abstinencia y consumir productos no inflacionistas, léase: bacalao, marisco congelado, conservas, embutidos ibéricos, pasta, arroces, etc. Salvo que uno pueda criar un capón en el jardín, claro, en cuyo caso no ha lugar esta penitencia. Eso, o disponer de un acuario en mar abierto donde mantener vivitas y coleando, media docena de langostas, pero eso, en la bañera de casa, es imposible.Centollo vietnam

De hecho, en el actual número de la revista PlanetAVino, la cena que propongo es una tan antigua como tradicional y económica: Sopas de ajo y Coliflor con bacalao, platos que se comían por estas fechas en nuestras latitudes cantábricas hasta que nos llegó la globalización con sus congelados, y con ellos trajeron los langostinos congelados y los pavos de fábrica.

Pero este año no, este año pienso cenar a lo grande. Han dicho en la tele que el marisco está muy barato por eso de la crisis, así que aprovechemos para ponernos las botas de centollas y bogavantes. Es más, hasta sueño con zamparme una arpía rellena de foie. Bueno, eso si la cazo, porque últimamente la Salgado anda escabulléndose a sabiendas de que no soy el único que tiene ganas de darle San Martín.

No dispondré de trufas, porque mi a mi generoso amigo Berto, mi proveedor de estos sublimes hongos, los bancos le han jodido el negocio, como a tantos otros, y, desde luego, lo que no estoy dispuesto es a engañarme cocinando con esas caquitas de oveja llamadas Trufas de China (Tuber indicum), que los muy patriotas señores de Arotz, distribuyen estos días con tanta fruición en nuestros mercados (presumen de tener la mayor finca del mundo de Tuber Melanosporum, la buena, pero esa la venden Íntegramente a Francia para recomercializarla como Truffe du Périgord). ¡Señor!

En la sección Cocina de Navidad tienen ustedes un notable recetario donde encontrarán gran variedad de platos con los que componer miles de menús a cual más sabroso y original, como aquel tan sofisticado que preparé para despedir a mi amigo Brian cuando se fue a vivir a Heswall y que se compuso de unos entrantes compuestos por Rollitos de salmón ahumado rellenos de guacamole, y una Quiche de ortigas, y como segundo, una irrepetible Pularda rellena de foie de oca y trufas que marcó época.

Como cada año suelo hacer un alarde de imaginación con el que eludir la inflación navideña, en esta ocasión no voy a devanarme los sesos, de modo que, para quién no crea en la crisis y quiera rodear las pescaderías hasta pasado el día de Reyes, pues les aconsejo que pinchen en Buscador, escriban la palabra Navidad, y allí verán los consejos que he compuesto durante casi veinte años, que se dice pronto, desde mis lejanos tiempos de soledad en Ribadeo, hasta los dulces actuales en Salinas, pasando por Gijón, Romillo, Pola de Siero..., que horror, cuanto nomadismo hay en mi vida.  

 

Escrito por el (actualizado: 15/11/2013)