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Guadalpin, hoteles gastronómicos.

 
5 de Marzo del 2005
Frente a ese maquiavélico invento que los gringos han conseguido implantar en todo el mundo (España incluida), el llamado “All Included” (Todo Incluido), parece ser que está surgiendo un nuevo movimiento en la hotelería de lujo: los Hoteles gastronómicos.

No se trata de hacer números de circo tipo Santi Santamaría en el hoy llamado Hesperia, o Sergi Arola en el Miguel Angel, no. Se trata de ofrecer una realmente interesante oferta culinaria para que los huéspedes tengan dentro del conjunto hotelero, una variada oferta culinaria de máximo nivel, algo que, con los controles de alcoholemia y la inseguridad ciudadana, pues no es ninguna tontería (aún tengo el colesterol disparado por culpa de pasar una semana cenando pizza ya que, en el hotel que estaba, solo había un maldito buffet y salir de cena en Gambia, es algo así como poco recomendable).
No cabe duda de que conseguir una o dos estrellas para un comedor de hotel es un buen negocio. Para el hotel, porque se publicita mas o menos gratis y para el artista, porque se lleva una pasta gansa que en su propio establecimiento no sacaría ni con la intervención de la mismísima virgen de Montserrat (si fuesen asturianos, diría la de Covadonga, pero como son todos catalanes, pues eso ...).
Pero lo que estamos contando, no va por ahí.
La idea es meter varios grandes restaurantes dentro del hotel.
La noticia viene dada por la inminente inauguración del hotel Guadalpín Banús.
El actual Guadalpín Marbella ya tiene algo de esto, porque, bajo la dirección técnica del sofisticado Ramón Freixa (mantiene reluciente su estrella en su Racó dén Freixa, para muchos el top de Barcelona), los clientes pueden elegir entre una más que notable cocina mediterránea en el comedor /terraza Aralia, la cocina de autor del propio artista Freixa en el Mesana, o un excelente Sushi en el Taro, dirigido por el casi legendario maestro Kikuchi (el de la foto, claro).
Pero en el Guadalpín Banús (es algo alucinante), abren nada menos que con uno de los más grandes de Italia, el lombardo L’Ambasciata ( dos estrellas Michelin), y con el madrileño Porto Belo, una de las grandes marisquerías de la capital, además de todo el repertorio habitual de buffets, bares, cafeterías, terrazas, chiringuito, etc.
La idea es buena. No sé si copiada de los gringos (por mucho que nos duela, son los que más saben de hostelería, aunque lo llamen Food & Beverages) o parida in situ, pero cuan do uno va a pagar 300€/noche, además de un lobby con muchos espejos, también puede desear cenar como Dios manda sin tener que aventurarse por calles atestadas de feriantes, carteristas, o guiris gamberros que, quizás por hacer una gracia, pueden arruinarte unas vacaciones.


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