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Miguel Ángel de Gregorio

 

10 de octubre 2008

Miguel Ángel, no te cortes las orejas, que no eres Van Gogh. 

 Hay personas desequilibradas que adoptan personalidades ajenas, como en los tebeos antiguos en que los huéspedes de los manicomios salían vestidos de Napoleón, pero conviene recordarles que el éxito de Elvis no le vino por vestirse con trajes horteras, sino por sus auténticos valores artísticos.

Para quienes no estén en la pomada, en el mundillo de la crítica vinícola,  les contaré a vuela pluma la cronología de los hechos.
Hará unos diez años, la familia de Gregorio saltó al estrellato con sus nuevos vinos Allende de alta gama. Eso sí, con el apoyo de su íntimo amigo Andrés Proensa, quién, además de ser casi como de la familia para cuestiones personales, se enamoró perdidamente del Aurus, dándole las mayores calificaciones hasta el momento vistas en su guía.
El ascenso a la cumbre fue tan meteórico, que Miguel Ángel no dudó en pisar las cabezas de sus sherpas con tal de llegar a la cima sin ningún colaborador que le hiciese sombra, incluidos los miembros de su propia familia, hasta el extremo de pelearse brutalmente con su padre y su hermana, socia de la bodega y trabajadora incansable.

La locura del vértigo hizo que las broncas fueran parte de su vida, no solo con los bodegueros vecinos (en el congreso de Grandes de Rioja del 2002, montó un escándalo en una discoteca que tuvo que intervenir la policía), si no hasta con su propio amigo del alma, Andrés, a quién por una infantil confusión suya, le declaró sin más ni más la guerra a muerte, con insultos, descalificaciones, amenazas, injurias…

En vista del cariz que tomaba el asunto y por ver si la cosa terminaba felizmente, en su guía 2008 (pag. 344), Proensa, además de puntuar el Aurus con un 99/100 (por que se lo merecía, claro), explica los síntomas de la Puna (Puna, Soroche, o MAM [Mal Agudo de Montaña], que es una grave patología que sufren algunos montañeros que suben demasiado rápido a cotas excesivamente elevadas para su preparación física y que empieza a manifestarse por trastornos psíquicos) y hace un paralelismo humorístico entre esa dolencia y los desvaríos que protagoniza a diario este enólogo donde quiera que va.
En el artículo de presentación de esa guía en esta web (ver Salió la Guía Proensa) destacamos la ejemplar actitud de este crítico que termina su comentario con la frase “No bebemos gente, nos quedamos con los vinos”, y destaca la excelente calidad de los de esta casa.
Pero, en vez de entender la generosa postura del crítico más prestigioso de este país y ex amigo suyo, en su calamitoso delirio, ahora va este alpinista y le casca una demanda por calumnias, tergiversando no solo los hechos, sino hasta los escritos.

¡Qué mal rollo! 

Salvo que todo esto sea una cortina de humo, un estúpido velo (perdón por el chiste) tras el que ocultar ciertos asuntos de los que no puedo hablar hasta que se presenten las correspondientes denuncias en el Juzgado pertinente ( este personaje no es el dueño de la bodega, como presume en entrevistas y saraos, sino un accionista minoritario), por lo que tiene la obligación de rendir cuentas de la sociedad al consejo de administración.

En el artículo de “El toque del quera” que publico en este número de la revista PlanetAVino, “Llegó el Tío Paco con las rebajas”, comento que no estamos para hacer el indio, porque quizás la crisis no sea tal, pero que sí va a haber una buena criba, sobre todo de ídolos de pies de barro que se van a ir por el desagüe con la próxima tormenta.

Por eso te digo, Miguel Ángel de Gregorio, no te cortes las orejas, mejor vete a un psiquiatra, que serás un gran enólogo, pero no eres Van Gogh, y te van a hacer buena falta las dos para escuchar no solo a tus aduladores, sino también a quienes te dicen las cosas por su nombre, porque para sacar adelante tu nueva bodega, en los tiempos que se avecinan, conviene bajar al campo base, incluso a los 386 m del paseo del Espolón de Logroño, que son aires menos turbulentos que los de aquellas cumbres tibetanas por las que llevas casi un lustro levitando.

Ya sabemos que está de moda entre los frikis de la farándula usar los tribunales como arma arrojadiza (no voy a negar que el pobre Andrés está pasando unos días asquerosos y perdiendo un precioso tiempo del que no dispone), pero sería penoso que esta mierda llegase también al mundo del vino.

Si ya no se puede escribir de una bodega, ni siquiera bien, pues …, “Con la mierda hemos topado, amigo Sancho”.

Escrito por el (actualizado: 27/11/2014)