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Memorias de un olivo.

Catando en Viña del Olivo
 
Catando en Viña del Olivo
Revista Viandar, extracto del número especial contratado por el Gobierno de La Rioja para las jornadas de promoción en Nueva York, año 2003.
 

Llevaba toda la mañana buscando ancianos que me contasen anécdotas del lugar hasta que por fín, a las afueras de Tudelilla, me topé con un venerable olivo que, a pesar de su avanzada edad, tenía aspecto de seguir en sus cabales.

- Buenas tardes, le susurré contemplando su retorcido y arrugado tronco.
- Y muy buenas que están, respondió cortesmente.
- Sí que están buenas, sí. ¿Es usted de por aquí?
- Pues sí señor, de toda la vida. Los olivos no somos de los que andan de acá para allá. Nos gusta echar raices, ya sabe.
- Claro, claro. Pero no se crea, últimamante se ha puesto de moda trasplantarlos a los sitios mas inverosímiles. Cada vez que un alcalde socialista hace una rotonda, un parque o unos jardines para el ayuntamiento, olivo que te crió.
- No me diga.
- Como lo oye. El día menos pensado me encuentro con uno en la consulta del dentista. Con decirle que hasta los llevan de adorno en macetas para las recepciones oficiales.
- Qué horror. Hombre, pero me imagino que a los mayores nos dejarán en paz ¿no?

La estrategia había surtido efecto, mi viejito estaba abierto, lo cual no es facil porque les aseguro que en mi larga carrera y a pesar de mi experiencia, cuando a un olivo le da por no soltar prenda, ni a hachazos le sacas un “mu”.

- No creo, tiene usted mucha enjundia como para que se atreva nadie a levantarle de su sitio.  Demasiada historia a cuestas. Habrá visto usted por aquí de todo ¿no?
- Pues sí hijo, sí. Son ya muchos años. No recuerdo cuantos, porque los olivos y los almanaques nos llevamos fatal, pero sí recuerdo que eran tiempos en que daba gloria ver esto. De aquella quinta, que eran árabes quienes nos plantaban, solo quedo yo. Había un colega mucho mayor que yo. Cuando caía el sol y llegaba la fresca, nos contaba historias preciosas de cuando los romanos andaban por aquí. Buena gente los romanos y los moros también, lástima que al final acabasen mal con los cristianos, porque daba gusto ver esto lleno de gente, de huertos tan limpitos y bien cuidados. Pero en fín, ustedes los humanos son así, cuando tienen algo bueno, van y lo joden.
- Ya, la política.
- Eso, la política, menuda mierda.

Aceitunas aliñadasAntes de que se me fuese por las ramas, lo cual suele ser habitual a estas edades, le volví a plantar en su sitio con otra pregunta incisiva como un injerto.

- Pues fíjese, no sabía yo que por aquí hubiese olivos.
- Pero hombre, qué dice, esta fue siempre tierra de trujales. Aquí ahora estoy solo porque los compañeros fueron cayendo, pero dese una vuelta por ahí y ya verá si hay olivares. Y buen aceite donde lo haya, que tuvimos fama de ser de los mas finos del reino.
- ¿De qué reino?
- No me toque usted las raices. ¿Qué coño le importa quién fuera el dueño de las almazaras? Dábamos buen aceite y basta.
- Por favor, no me malinterprete, yo lo decía porque como es usted de ascendencia mora, pues con lo del Camino de Santiago y eso, pues igual le marginaron.
- No diga tonterías, dando buen aceite, lo que rece cada uno, da igual. Además el Camino de Santiago no pasa por aquí, de Estella va a Logroño. Aquí siempre hemos estado un poco aislados del bullicio. Todos los follones entre las coronas de Navarra y Castilla, luego que si eramos Logroño, luego comunidad autónoma ... gilipolleces. Lo importante es la tierra, los hombres, la vida. Poder ver un nuevo amanecer con estos vergeles a los pies, aunque con tanto coche, tanta nave y tanto progreso, ya no le dejan a uno ni echar las hojas en paz. Por aquí hemos tenido fama de moriscos, no porque lo fuesemos, si no porque siempre nos ha gustado mas ocuparnos de la huerta que de lo que pensaba el vecino.
- Pues en Calahorra tienen ustedes una catedral de aquí te espero, o sea que el Clero debió apretar de lo lindo.
- Y en Arnedo un castillo árabe ¿Y qué? ¿Tiene usted algo contra los moros?
- No, qué va, si de hecho yo fui mozárabe.
- ¡Ah! ¿Sí? Pues sin embargo tiene usted nariz de judío.
- Ya, pero eso es por parte de madre. Oiga, y ¿qué plantaban por aquel entonces?
- De todo hijo, de todo. Había frutales para dar y tomar. Ahora les ha dado por poner perales, pero cuando les dió por los almendros, daba gusto ver el valle. Cuando florecían, parecía como si hubiese nevado. También había muchos pésigos y cantidad de alfóncigos, pero ya no quedan, los piescos porque los cambiaron por injertos mas bonitos que dan paraguayas, melocotones y albaricoques y los alfóncigos porque sus nueces ya no se usan para hacer helados.
- Ahora están muy de moda otra vez, lo que pasa es que se llaman pistachos y los traen de la India.
- Ya, los chavales me ponen el suelo perdido con las cáscaras. De todas formas prefiero que coman pipas, aunque sean de calabaza o de girasol, antes que esas basuras de plástico que apestan a aromatizantes artificiales. Deben tener las tripas medio podridas.
- Es un problema, pero el marketing manda. Postre con frutas
- Se imagina usted lo bonito que era cuando venían los mozos a cortejar a mi sombra con una cestilla de frutas. Daba gusto imaginarse como sabrían aquellas bocas después de comerse un durazno, pero ahora ¿como olera una doncella después de tragarse una bolsa de gusanitos?
- No sé, afortunadamente yo llegué un poco tarde, lo mas que probé fue el regaliz y, no crea, tenía su gracia. Pero bueno, tiene usted razón, donde esté una boca de mujer después de comerse una fruta, que se quiten todos los inventos artificiales. Volviendo a los cultivos ¿hace mucho que plantan pimientos? porque he visto cantidad.
- Hay mas por Agoncillo, Arrúbal, Fuenmayor, Nájera y Santo Domingo de la Calzada. Aquí les da por temporadas. Fue de lo primero que trajeron de América y se les dió bien. En general les funcionó bien casi todo, menos la coca, decían que salía flojita.
- Debió ser una convulsión aquello ¿no?
- No se puede usted imaginar. No tenían ni idea de por donde se andaban. Por un lado estaban los curas que no sabían si eran frutos prohibidos o si debían monopolizarlos para comercializarlos en exclusiva y por otro estaba el pueblo que se moría de hambre porque los hombres mas fuertes se iban al otro lado del mar a probar fortuna, así que hubo de todo.
- ¿Como fue eso de los monopolios?
- Antes, los monasterios manejaban el cotarro, por ejemplo el vino. Con eso de que era la sangre de Cristo, pues no lo podía tocar nadie sin su permiso, pero en el siglo XIII, nuestro señor, el Rey Alfonso X, bien llamado El Sabio, empezó a otorgar las cartas pueblas, un documento que permitía celebrar mercados en determinadas plazas, y a los curas se les fue el chollo de las manos.
- ¿No decía usted que no se acordaba de fechas?
- Es que hacía poco, un siglo mas o menos, que habíamos pasado a ser castellanos. Intervino el rey Enrique II de Inglaterra y nos sacó de la corona de Navarra. Estas huertas eran muy ricas y los campos de cereales también, así que andaban siempre a la gresca para ver quién llenaba sus graneros y sus tinos con nuestros frutos. En fín. Le contaba lo de los monopolios. Cuando descubrieron el Nuevo Mundo por supuesto que allí no dejaron que los viñedos los tocase nadie, pero el conflicto estaba aquí, porque no tenían ni idea si las plantas que traían eran venenosas o medicinales. Los monasterios tenían unos campos de experimentación que llamaban huertos botánicos y así se pasaban de unos a otros las semillas para ver qué tal se aclimataban en los distintos climas y suelos. Lo primero que funcionó bien fueron los pimientos, así llamados porque picaban y una vez secos y molidos, servían para conservar la matanza mejor que la propia pimienta, que era un bien escaso y carísimo ya que venía de extremo oriente. Luego llegó el tomate que se usó al principio con fines medicinales pero que pronto pasó a formar parte de la dieta. También gustó por aquí mucho la calabaza porque daba unos frutos enormes con los que se hacían muchas golosinas. Antes había calabacines y pepinos, que son de la misma familia, pero no existían esas calabazas tan grandes y dulces. Eso vino de fuera, como las judías. A los conversos que andaban por aquí no les hizo puñetera gracia el nombre, pero tuvieron que callarse si no querían ir a formar parte del compango hechos chorizos. Luego se acostumbraron y se las comían como si tal cosa. Ahora las siembran a lo bestia, sobre todos las verdes, para meterlas en conservas. Las secas, los caparrones, esas ya se llevan menos porque dan mucho trabajo.
- También trajeron maíz y patatas y sin embargo por aquí se ve poco.
- Con el maíz sí que probaron, pero habiendo trigo, buenas ganas de cambiar. Eso les va bien a ustedes, porque por allí, con tanta montaña y tanta lluvia, no se da bien el grano, pero esto no es Asturias, así que no prosperó.
- Caray ¿como sabe usted que soy asturiano?
- Pues hombre, además de por la gaita que lleva usted debajo del brazo y por la camiseta que dice Asturias Paraiso Natural, es que tengo muy buen oido para los acentos y por aquí suelen venir muchos paisanos suyos a comprar vinos, sobre todo antes, cuando se vendían mas graneles.
- Ya, ya, pero prosiga con lo de las patatas.
- Eso es muy nuevo. Llegaron hace poco mas de un siglo y por aquí las plantaron para el consumo de casa, pero poco mas. Donde sí hay a montones es por la zona Alta, por Santo Domingo de Silos, pero andan siempre metidos en líos, que si suben, que si bajan, que si las promocionan, que si las castigan. Encima ahora con lo de la Comunidad Europea ya les han dado la puntilla. Me gustaría hacerle una pregunta a usted que anda por ahí ¿como es posible que en Holanda, que no tienen ni suelo ni sol, producen mas patatas y mas baratas que aquí? Pepe Iglesias en pose fotográfico
- No faltaría más, incluso le diré que venga hasta aquí para que se lo grabe en el tronco.
- No, mejor que se lo grabe a usted en los huevos y luego ya me trae el escroto y me lo cuelga de una rama. No te digo. Pero qué manía tienen de andar jodiéndonos con las navajitas.
- Hombre, yo lo decía de buena fé.
- Nada, nada. Es usted igual que todos, un ingrato, un animal. Ande larguese y no vuelva por aquí, que ya me ha dado bastante la lata.

Y así me quedé sin poder preguntarle sobre la planificación agraria del gobierno actual, las tendencias de mercado y políticas de precios, el PIB y otra serie de asuntos por los que seguro estarían ustedes interesadísimos.

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Escrito por el (actualizado: 13/12/2015)