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Orujo envejecido

 
Publicado en el diario El Progreso, año 1992.

Hace un par de semanas hablábamos desde esta sección, de los aguardientes gallegos y han sido no pocos los que se han quejado de que nos ciñésemos a aquellos que se comercializan legalmente en detrimento de los que se pueden consegir de forma clandestina, pues bien, que cada cual haga de su capa un sallo, pero lo que es yo creo que hay aguardientes de orujo etiquetados con la suficiente calidad como para no tener que recurrir a “aquel que hace el tío de un amigo mio” que generalmente cuando se mete en una cata seria, aparece con tal cantidad de impurezas que es rechazado de plano por todos los catadores; además resultaría de todo punto de vista absurdo que desde las páginas de un periódico serio incitásemos al consumo de bebidas clandestinas en general ya que al menos yo, no me atrevo a decir el nombre y dirección “del tío de aquel amigo mio”.

Se peguntaba nuestro querido amigo y compañero Jorge Victor Sueiro:”¿Que pasaría si en Galicia, pongamos por ejemplo, o en el País vasco, en las zonas de producción de vinos ligeros y ácidos, en vez de destilar el bagazo de la uva se destilase el vino?Si con heces, rastrojos y uvas pisadas es posible conseguir un aguardiente como el que yo tengo ahora en mi copa, ¿cómo sería el logrado con el vino, especialmente con la “flor” de ese vino y a la sAlida del “corazón” de la potada...?

¿No estaríamos ante un milagro de la naturaleza...? No tengo ninguna duda de que el líquido obtenido sería mucho más pleno de aromas, sabor, delicadeza y gusto que este mismo, tan bueno, que tomo ahora. ¿Y si luego lo añejásemos, en barricas apropiadas? ¿No saldrían de las duelas de “carballos” galaicos unos toneles justos para envejecer nuestra caña?

Otro buen amigo y magnifico gastrónomo tambien desaparecido, José María Busca Isusi, me decía una tarde delante de la chimenea de su casa:

¿ Porqué no queréis meter el orujo en madera, si seguro que estaría tan bueno como el Armagnac?

Como yo no soy aguardentero tanto no he podido hacer los experimentos que me proponían estos dos amigos, pero en las bodegas Campante de Orense parece que si han tomado la onda y han elaborado un aguardiente de orujo envejecido en distintas barricas según un minucioso proceso de envejecimiento, que hemos de reconocer que hace una excelente copa de sobremesa.

Ya es sabido de nuestros lectores que es difícil que hagamos mención a ninguna marca comercial en estas lineas, sin embargo creemos que es digna de alabar esta iniciativa porque además de salirse del “sota, caballo y Rey” de los aguardientes de hierbas y demás variaciones relacionadas con las frutas, esta transformación abre una puerta nueva a la explotación de los recursos naturales de galicia como lo hicieran los holandeses cuando inventaron el Brandewijh (que en holandés significa vino quemado) y que después dio origen a lo que los ingleses denominaron “Brandy”, fuente de incontables riquezas para aquellas regiónes que se han dedicado a su producción industrial.

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