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Salió la Guía Proensa

 
Diciembre 2007

Acostumbrados al mesianismo de algunos intocables y a los condicionamientos espurios que mueven esas publicaciones que esconden clubs de venta de vinos o esas agencias de publicidad encubiertas como “gestores de imagen”, la guía Proensa se mantiene como un soplo de aire limpio en este mundillo en que la contaminación ya apenas permite distinguir al lector lo que es información de lo que es publicidad encubierta (pueden ver más en Aquello tan bonito, llamado anuncios)

Hacíamos mención en la entradilla de portada a su capítulo sobre el “Lenguaje del vino” y es que, a pesar de que cada libro, guía o panfleto que hable de vinos incluye un nomenclator, más o menos fusilado de otro anterior, hasta ahora nadie había desarrollado este asunto en profundidad, dedicando hasta dos páginas a algún parámetro de difícil comprensión.
Para quienes suelan comprar la guía un año sí y dos no (hay quién piensa que se repite, como hacen otras), les aconsejo vívamente que se hagan rápidamente con la edición 2008 porque me huelo que se va a agotar antes de lo que se piensan, porque no tendrán oportunidad de encontrar un vocabulario del vino explicado con tanta generosidad y rigor.
Hacía también mención a la extrema delicadeza y honradez con que Andrés ha tratado el lamentable y penoso trastorno mental por el que está atravesando el bodeguero Miguel Ángel de Gregorio. Usando un término alpinista, Proensa achaca las excentricidades de este enólogo a la puna (Soroche o MAM, mal agudo de montaña), grave patología que sufren algunos montañeros que suben demasiado rápido a cotas excesívamente elevadas para su preparación física. Desde hace algunos años, este bodeguero, al que Andrés califica de “genial autor de Finca Allende”, va dejando tras de sí un reguero de víctimas que es más que probable algún día le pasen factura, pero lo más destacable de la línea editorial de esta guía es que, a pesar del vergonzoso y grotesco comportamiento de este personaje hacia quién le encumbró (por no decir palabras mayores), Andrés dice: “No bebemos gente, nos quedamos con los vinos”, y puntúa el Aurus con 99/100, el Calvario con 96/100 y el Allende con 94/100. (pueden verlo en la página 344).
Hace meses me escribió un amable lector para decirme: “Si hubiese unos cuantos críticos como usted, que bien iría la gastronomía de este país”, pues bien señor Casillas, compre usted esta guía y verá más honradez de esa que a usted tanto le gusta.



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