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Alcachofas con almejas

Alcachofas con almejas
 
Alcachofas con almejas
Alcachofas con almejas

Publicado en el diario Diario El Comercio, año 1997.

Reconozco que siento auténtica pasión por estas hortalizas y quizá en alguna ocasión peque de falta de objetividad, pero es que además de sus innumerables virtudes terapeuticas, sobre todo para el hígado, las alcachofas ofrecen un abanico riquísimo de platos, a cual más sofisticado, con más personalidad, y en los que los sabores y aromas sorprenden al comensal por poco sensible que este sea.

Antes de entrar en la receta, he de comentar que con las alcachofas cualquier vino sabe mal, y aunque yo no sea muy defensor de comer con agua, en este caso es la bebida mas indicada. Hasta sabe rica, como dulce, con estructura, no sé, debe ser el misterio de la alcachofa.

Generalmente las cocineras recelan de esta verdura porque les resulta un conflicto su pelado: si quitan todas las hojas se quedan sin alcachofa, y si las dejan no hay cristiano que las trague. Solución: conocer su morfología.

Desde un punto de vista culinario, y que me perdonen los biólogos, esta flor consta de cuatro partes: el tallo (o sea el rabo que debe cortarse), el corazón (que no se ve porque está protegido por las hojas) las hojas largas (que van desde el tallo hasta el extremo distal de la pieza) y las hojas cortas, que son las mas duras y que protegen a guisa de escudo el corazón de la víctima.

El proceso de limpieza es muy fácil: 

Cortamos el tallo dejando dos dedos (si están bien frescas el tallo es muy rico), retiramos las hojas cortas rompiéndolas a mano groseramente, incluso con saña. Hecho esto veremos como nos quedan unas hojas largas, blancas en la base y duras en la extremidad, bien pues ahí interviene el bisturí. Mediante ligera palpación detectamos la localización de la masa compacta y sin mas dilación cortamos transversalmente el paquete de hojas largas, obteniendo así y casi milagrosamente: un precioso corazoncito de alcahofa.

La receta. 

Se restriegan generosamente con medio limón y se van poniendo en una olla con agua fría con sal y una cucharada de harina (Ojo celiacos, la harina no es imprescindible, así que debe evitarse), se coloca un paño encima para que no floten y se llevan a ebullición.

Deben cocer lentamente durante unos veinte minutos y luego permanecer en su propio agua hasta el momento del consumo (así aguantan dos o tres días en la nevera).

Para terminar esta receta pondremos en una sartén media cebolla muy picadita a confitar en un poco de aceite de oliva y con un diente de ajo partido al medio.

Cuando empiece a tomar color el sofrito, espolvoreamos media cucharada de harina y rehogamos de nuevo.
Disolvemos el guiso con un chorrito de vino blanco (veremos como engorda la salsa), incorporamos las almejas y las alcachofas cocidas partidas en cuatro, tapamos la sartén y dejamos cocer dos minutos, hasta que abran las conchas. 

  Si a usted, lector inteligente, le gustan las alcachofas, signo de inequívoco de refinamiento y buen gusto, le sugiero que lea más sobre este divino cardo pinchando en Alcachofas para la salud De alcachofas, borrajas, cardos, cebolletas, habas, guisantes, y otras delicias de la tierra y en las recetas Alcachofas a la judíaAlcachofas a la planchaAlcachofas a la vinagreta,  Alcachofas con almejas crudasAlcachofas frescas a la plancha,  Ensalada de foie con alcachofas y vinagreta de remolacha, y  Lentejas con corazones de alcachofa,  

 Las alcachofas, junto a los espárragos, son el peor de los verdugos para cualquier vino, sobre todo los tintos ya que su amargor hace que estos sepan a pis, pero con algunos blancos afrutados y ligeramente dulces, como los Gewürtraminer, del Rhin o Mossela, o algunos moscateles, resultan algunos maridajes muy agradables, como el Blanc Planell. Quizás un poco de gazpacho, una refrescante limonada, o agua con hielo y unas ramas de menta fresca, que sabe deliciosa, casi dulce.

Escrito por el (actualizado: 23/06/2015)