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Santiaguiños

Santiaguiños a la plancha
 
Santiaguiños a la plancha
Santiaguiños a la plancha

Publicado solo en gallego en el libro A Cociña do Inverno, de la colección Cociña Galega das Estacións, año 1995

Termino el apartado de los mariscos haciendo una breve referencia a este crustáceo, tan cristiano que pasea por los fondos marinos con la cruz del santo apóstol a cuestas, y cuya categoría culinaria solo se ve reflejada en el precio que llega a alcanzar en algunas marisquerías de Galicia.

¿Porque tanto desprecio?

El diccionario de la Real Academia ni lo menciona, los grandes cronistas de la cocina gallega tampoco, y para mayor infamia, el maestro Cunqueiro, un gastrónomo al que admiro y respeto, llega a decir: "Quedan, de mariscos, algunas cosas menudas ,unas que no son de mucho mérito, como los llamados santiaguiños, que tiran a seco, aunque haya aficionados a comerlos..."

- D. Álvaro, que en Gloria estés ¿como se te ha podido ocurrir decir semejante burrada? ¿Como no caíste en la cuenta de que seguramente los que probaste estaban mal cocidos?

Ahora que estás en el cielo de los gourmets, donde a buen seguro el Gran Arquitecto del Universo os obsequiará dejándoos compartir con él algunos placeres terrenales, seguro que habrás cambiado de opinión. Yo te aseguro que si hubieses probado unos santiaguiños que cocí simplemente con un poco de agua de mar en la ría de Viveiro, fondeados en una diminuta cala en nuestro querido velero Cormorán, ahora te arrepentirías de lo que escribiste en su día.

Pero es muy importante que estén en su punto, incluso ligeramente crudos, porque de lo contrario, hay que darle la razón al gran maestro Cunqueiro.

Si no tiene usted barco, o la Estaca de Bares le pilla a desmano, pues vaya al restaurante La Nansa de Tazones, concejo de Villaviciosa, Asturias, y dígale a Juan que se los ponga como a mí me gustan, o sea, casi sin cocer. ¡Divinos!

La receta 

La receta es más que sencilla. Se ponen los animales en una olla grande llena de agua de mar bien fría y se lleva esta al fuego, muy vivo. Según empieza a calentarse, los animales empiezan a inquietarse, seguramente temiendo que está ocurriendo algún fenómeno sísmico, y cuando quieren darse cuenta, como son asturianos o gallegos y soportan muy mal el calor, pues ya están cadáveres. Se deja que el agua rompa a hervir, y entonces se lanza un suspiro por los mártires recién inmolados, pero solo un suspiro, así se sacan del agua, y se dejan templar.
Antiguamente había que rezar tres avemaíias y claro, quedaban secos.
En la foto de cabecera, aparecen a la plancha, una idea muy acertada de un conocido chigrero gigonés, Resultan deliciosos, pero con l condición de ponerlos sobre la plancha muy caliente y apenas el tiempo justo para que cambien de color (crudos son casi negros y cocidos, se vuelven rojos, como los de la foto).


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Escrito por el (actualizado: 29/03/2014)