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Zamburiñas al ajillo

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Zamburiñas al ajillo
Zamburiñas al ajillo

Febrero de 2009

INGREDIENTES (4 personas) 

1 Kg. de zamburiñas
5 dientes de ajo
1 guindilla
Aceite de oliva

 

En realidad esta receta no debería ser tal, si no un complemento a la de Zamburinas a la plancha, pero como los robots de búsqueda son bastante necios, pues pongo otra y santas pascuas.

No voy a repetir lo ya dicho en aquella receta, así léanla porque si no se quedarán a uvas, solo reiterar mi reivindicación por uno de los moluscos más deliciosos y maltratados de las rías gallegas, porque si ya las vieiras deben comerse casi crudas para apreciar la deliciosa dulzura de su carne, las zamburiñas y volandeiras, cuyo músculo es apenas del tamaño de una cereza, pues calculen como queda si les arrean media hora de horno dentro de una empanada, o peor aún, con una de esas diabólicas salsa de tomate, pan rallado y hasta chorizo, que yo he visto en no pocos comedores gallegos.

La receta 

Picamos menudo los ajos y la guindilla, y los echamos en una sartén con abundante aceite de oliva. Cuando se empiecen a dorar, retiramos y rociamos generosamente con zumo de limón. Reservamos al calor, pero no al fuego, porque podría estallar.
La técnica de apertura es la misma, más sencilla que el mecanismo de un palillo mondadientes: sartén bien caliente, puñado de zamburiñas y, según se vayan abriendo, a una bandeja de horno y reponiendo en la sartén a medida que se abran.
Les vamos quitando la concha despegada (en la anterior, como iban al natural, las dejamos con las dos para que conservasen el calorcito, pero aquí, retiramos una para poder aliñar) y, cuando hayamos de abrir todas, las rociamos con el ajillo.
Podemos darles un golpe de calor en el horno, pero muy rápido para que no se pasen, porque más vale comerlas templadas y casi crudas, que calientes pero pasadas. Incluso podemos poner un fondo de sal, como en la foto de la izquierda, que queda muy fino.

  En la otra receta recomendaba un cava brut nature y hacía mención al albariño Do Ferreiro Cepas Vellas. Al día siguiente, con mi amigo Andrés Proensa en casa, repetimos la jugada con estas zamburiñas al ajillo y un mágnum de ese vino. Una salvajada de cena, inolvidable, lástima que no estuviese Gerardo, el bodeguero, porque hubiera disfrutado.

Escrito por el (actualizado: 11/03/2014)