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Tzatziki de rúcula

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Abril 2009

INGREDIENTES (4 personas) 

1 Yogur griego o turco
8 hojas de rúcula
8 hojas de menta fresca
1 diente de ajo
aceite de oliva
½ limón
sal
 

Durante los quince días que permanecí a dieta en el balneario de La Toja (pueden leer aquella Odisea en Perdí 4 kilos..., y 4.000 € ), fui sometido a una extraña dieta en que comíamos rúcula en los tres platos de la comida, los de la cena y, hasta algún día, nos la pusieron de postre.

Como soy muy mal pensado, llegué a deducir que la madre del cocinero tenía una plantación en O Grove y así su hijo hacía de agente comercial del huerto familiar a costa del sufrimiento de sus clientes.

A mí no me gusta ni en pintura, tiene unos componentes azufrados que desprenden el mismo aroma fétido que algunos blisters de plástico que, cuando se doblan, huelen igual de mal.

Sin embargo reconozco que es muy saludable y, consultando los apuntes de un curso de nutrición que empecé durante mi retiro, comprobé que tiene muchas virtudes, algunas muy curiosas.

Dioscórides afirmaba que, comida cruda en gran cantidad, estimulaba la lujuria y, lo que sí está probado científicamente, son sus poderes diuréticos y estimulantes.

Estos efectos medicinales los produce su alta concentración en triptófano, un aminoácido esencial con una función muy importante para nuestro organismo, ya que ayuda a regular los niveles de serotonina en el cerebro, lo que equilibra la ansiedad, el insomnio, el estrés y la líbido, aunque necesitamos tener previamente bien regulados nuestros niveles de vitamina B6 y de Magnesio, para poder metabolizar este aminoácido en vitamina B3.

También se llama hierba de los cantores, porque es el mejor remedio contra la afonía.

En Canarias es muy familiar hacer lo que llaman Potaje de jaramagos, pero los cuecen primero y tiran el agua para que no amarguen, con lo que, me imagino, que perderán todas las virtudes.

Y aquí viene mi pregunta: ¿Como es posible que, durante siglos, los jaramagos hayan sido una planta salvaje que solo recolectaban los gitanos para sus pucheros, y ahora todos los cocineritos de moda, nos lo pongan hasta en los postres?
La respuesta es muy simple, si a la Eruca sativa, la llamamos oruga o jaramago, no se la comen ni en los cuarteles, pero cambiándole el nombre por el de rúcula, como queda muy snob y hablan de ella los cocineritos mediáticos,  pues se la comen tod@s l@s yuppies, modernill@s y pringadill@s que van a la última.

La receta 

Me he explayado porque la receta no tiene ningún misterio.
En el vaso de la minipimer, ponemos todos los ingredientes y le damos caña hasta que queden totalmente triturados.
Luego metemos el vaso en un cacillo con agua y hielo, y le metemos las varillas hasta que se monte un poco, lo justo para no quedar demasiado líquida (ya ven en la foto).

En cuanto a las aplicaciones, pues las mismas que los otros Tzatzikis, para mojar pitas, en los Kebabs, aligerado con agua hace una sopa fría muy “fisna” ..., pero este, en vez de saber a pepino, que a mí me encanta, pues sabe a rúcula, que a mí me da hasta repelús, pero a las niñas monas les parece muy chic. Será por el triptófano.

Escrito por el (actualizado: 24/01/2015)