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Vinoteca Sal de vinos

 

C/ La Muralla, 36 - 33401 Avilés Asturias Telf. 984 832 053

Precio medio del menú30
Bodega4 sobre 5
Tiene ParkingImposible
Periodo vacacional1/10 de Julio y del 12/9 al 8/12
Días de cierreDomingo

De un tiempo a esta parte, en Asturias ha surgido una nueva forma de hostelería que, tras el nombre de vinaterías, ofrece a los parroquianos unas formidables cartas de vinos a buen precio y, esto es lo más importante, una cuidada cocina de producto, más o menos sofisticada, pero que en muchos casos podemos calificar de exquisita.

En nuestra última edición de la guía Asturias gastronómica, ya incluimos una sección dedicada a esta peculiar forma de restauración a la que llamamos “De tapeo” y, de hecho, Oviedo ya se ha convertido en una de las ciudades con más atractivo de España para disfrutar de esta moda informal de comer.

Este chigrín que traemos hoy a la web, es el primero de Avilés, al menos hablando de calidad, porque vinotecas intrascendentes ya había unas cuantas, pero aquí no solo sirven tapas, sino también unos pescados frescos del Cantábrico de primera línea, y asegurar eso en Asturias, es tocar el cielo, porque los avilesinos y gijoneses son los ictiófagos más exigentes del planeta.

Rafa fue el encargado de La Cofradía del Puerto durante mucho tiempo, así se que se conoce todas las puertas falsas para conseguir las mejores ventriscas, las cuatro robalizas que han salido en la bocana del puerto o ese lenguado de a kilo se que se ruló en Puerto de Vega.

Y Carmen, que también trabajó en casa de Alberto,  tiene unas manos que válgame Dios, porque hacer los mejores callos de la ciudad, no es baladí, pero es que hasta se atreve a filigranas, como unas croquetas de chipirones en su tinta que están haciendo furor entre sus ya adictos.

Probamos también unas mollejas al ajillo que puedo asegurar que no comía desde que José, el del Mesón de Sancho de Gijón, se retiró. Sabrosas, limpias, mimadas y con ese difícil tacto carnoso que muy pocos cocineros logran dar a las vísceras.

De postre mi acompañante pidió unos “Brownies” con helado de mandarina. Ya saben que no soy goloso y rara vez opino de postres, pero en esta ocasión mi partenaire tuvo que darme un manotazo y recordarme mis niveles de glucosa en sangre, porque bocadito a bocadito, hubiera terminado con su ración de lo buena que estaba.

En resumen, cocina de la buena.

Por lo demás he de advertir que se trata de un barín, o sea, cuatro mesas y un televisor que, aunque no se pasa de volumen, a mi me ofende su presencia en un lugar donde espero estar distendido (conseguir mesa a partir de las ocho de la tarde es una epopeya).

También suele haber niños berreando, a los que, por imperativo legal, está prohibido abofetear, tanto a ellos como a sus respectivos progenitores. Quizás algún día empiece a haber lugares libres de ruido, al igual que sucede ya con los humos, porque la contaminación sonora ya está considerada como riesgo para la salud, tanto o más que el humo del tabaco. Ese día, cuando se pueda exigir a un hostelero que eche de su local a un niño vociferante, mi amigo Andrés Proensa y yo brindaremos con champagne Salon. Mientras tanto, la mala educación seguirá imperando en los locales populares.

Escrito por el (actualizado: 06/12/2013)