Marqués de Cáceres reserva

Esta es una de las bodegas españolas pioneras en la exportación, por lo que tienen bien testados los gustos de sus clientes estadounidenses y marcan siempre ese perfil bordelés a todos sus vinos, sobre todo a los reservas y grandes reservas que se elaboran con vista a largo plazo (hicimos una cata de vinos viejos que resultó espectacular).

Este es el corte americano por excelencia, de hecho hay miles de restaurantes parrilla, incluso grandes cadenas, que lo ofrecen como especialidad, los famosos BBQ.

Su peculiaridad, y de ahí su nombre, es que se saca de la parte alta del chuletero pero sin retirar el solomillo, por lo que se ve la parte del hueso de la costilla y columna, dibujando esa forma de “T”, T-bone steak, filete de hueso con forma de T.

Resultan muy agradables porque las razas que se crían en EE.UU. para carne son muy específicas y por tanto sabrosas, porque el corte en sí, aunque sea bastante caro,  no aporta nada ya que el solomillo tiene otra textura que el lomo y para colmo no son chuletas gruesas sino que han de tener el grosor de una moneda de un cuarto de dólar, poco más de dos centímetros, así que difícil dejarla poco hecha. 

Un maridaje clásico para un vino clásico y un plato clásico, claro, pero la verdad es que esta carne, además de sus rasgos sápidos tan característicos, como se hace a la brasa de leña, coge un ligero perfume ahumado, con lo que anula esos rasgos marcados de la crianza y hace salir más los afrutados, por lo que la combinación sorprende, en el mejor sentido de la palabra, claro.

Será fácil que encuentren este vino en muchos de esos restaurantes que hemos citado, compitiendo con los agresivos californianos y los míticos franceses, pero, además de un precio imbatible, el perfil se ajusta mucho mejor a estas chuletas, porque uvas como la Cabernet Sauvignon, arrasan con sus delicados sabores y dejan la carne como si fuera estropajo.