Las angulas ..., en ensalada
Publicado solo en gallego en el libro A Cociña do Inverno, Edición Xerais de Galicia, año 1995
Es necesario dejar claro que el encanto de estos alevines de anguila, no está en su sabor. El que afirme tal disparate es que no sabe comer, y sobre todo, miente. Miente como un bellaco, o es un hortera nuevo rico, que confunde los ajos con el caviar.
Su atractivo es puramente sensual, táctil y morboso. Lo que realmente excita los sentidos al comer angulas, es sentir la boca llena de esos gusanitos que cuestan tanto dinero, y que despiertan inconfesables sensaciones en la lengua y en la garganta, cuando son tragados.
El sabor y el aroma son casi imperceptibles y donde esté una buena anguila adulta, que se quiten todas las angulitas. Sobre todo cuando se preparan a la bilbaina, o sea en la cazuelita con aceite, ajo y guindilla.
En este caso incluso suelen presentarse aceitosas, y en no pocas ocasiones hasta resecas, ya que según la verdadera receta no deben freirse, ya que están previamente cocidas, sino simplemente pasarse por un poco de aceite donde previamente se han frito los ajos, para que tomen temperatura.
En ensalada es como realmente se puede disfrutar algo más de sus propiedades organolépticas.
Hay que tener en cuenta que se trata de un pescado que ya ha sido previamente sacrificado y cocido, por lo que no se debe considerar que de esta forma su consumo sea en crudo.
También se pueden consumir fritas, pero partiendo de su estado crudo, es decir en vivo, pero esta receta es muy poco habitual, y limitada al reducido ámbito de sus zonas de captura.
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