Como cocer el marisco
Mayo 2007
Parece mentira que en el país que más marisco consume por habitante del mundo, donde tenemos las aguas más ricas en fitoplancton (Mar Cantábrico y Rías gallegas), donde abundan las algas en aguas limpias y donde en consecuencia debería haber toda una tecnología para cocer estos manjares, se hagan todavía atrocidades dignas de la edad media.
En una página que tiene un posicionamiento privilegiado en Google (yo creo que deberían incluir en su algoritmo un factor de calidad de la información), dice nada menos: “...como regla general una buena idea, si se puede es utilizar agua de mar. Esto incluso este detalle es importante cuando se hace "fondo" para arroces como el caldero.“ Si esa señora hubiera probado una sola vez en su vida un fondo hecho con agua de mar, yo creo que no volvería escribir estas sandeces, porque es pura salmuera.
Y prosigue: “Como norma general si el marisco es fresco se echa a cocer en agua fría. Si es congelado, en agua hirviendo.”
Señora, antes de dar consejos, haga usted una prueba o infórmese. El marisco congelado no se cuece, porque queda hecho papilla, primero hay que descongelarlo y lo más lentamente posible.
La diferencia entre usar agua fría o caliente, radica en que se trabaje con marisco vivo o muerto. Repito ¡Vivo! No fresco, porque todo el marisco debe consumirse fresco, el podrido hay que tirarlo.
Así pues, ya sea congelado o no, si los animalitos nos llegan muertos, siempre se deben poner en agua hirviendo. Si están vivos, deben meterse en agua fría con sal y llevarse a fuego vivo para que primero se mueran de calor y luego ya se cuezan, porque de lo contrario, desprenden sus patas y les entra el agua en los caparazones.
Dicho esto, vamos con otra barbaridad: el laurel
A mi me gusta el sabor del laurel, pero en su justa medida, sin embargo en Galicia, tierra que presume de marisco y de no usar especias en su cocina, es habitual echar un puñado de hojas para cocer algo tan delicado y exquisito como son las cigalas, con lo que cuando las comemos no sabemos si las han pescado en la ría o en el monte. Una hoja deja flotando un aroma agradable sobre la bandeja. un puñado la convirete en un incendio forestal.
Otro factor, la sal.
Los crustáceos tienen exoesqueleto, lo que se suele decir, caparazón y este es absolutamente hermético, por tanto, si el agua no puede penetrar en su interior ¿Para qué poner sal en el agua si esta solo sirve como un conductor del calor?
En realidad el marisco (siempre nos referimos a los crustáceos ya que los cefalópodos se cocinan como el pescado y los moluscos no se escaldan), coge la sal durante el enfriamiento por un proceso de ósmosis, por eso conviene dejarlo reposar al menos una hora para que resulte más sabroso.
En la hostelería se ha puesto de moda cocer el marisco al momento como prueba de que este llega vivo a la mesa, pero es un error porque si no se enfría bien antes de abrirlo, se pierde gran cantidad de sabor.
Hay un truco que usan algunos cocineros inquietos y minuciosos, que consiste en meter al animalito en un baño de agua con hielo. No es mala idea, siempre y cuando este agua esté muy salada para que se realice el proceso antes señalado.
Yo uso un truco que ahora se puede hacer en cualquier parte porque ya se venden algas secas por toda España. En el agua de cocer, además de la sal, añado un puñado de algas, Lechuga de mar, (Ulva rígida), dejo hervir unos minutos y luego pongo el marisco (hablamos de muerto claro, para el vivo habría que dejar enfriar por completo, lo cual tampoco es inviable). Ya solo por el olor que deja en toda la casa, merece la pena el truco, pero es que, además del innegable perfume que aporta al marisco, nos permite una decoración de lo más original, como la de la foto de las cigalas, que tiene poco misterio, pero no me negarán que resulta de lo más apetecible.
Y dejo para el final el nudo gordiano: ¿Cuanto tiempo debe cocer cada pieza?
Pues es muy sencillo. La albúmina se coagula entre los 60ºC y los 65ºC, por lo que cuando el agua hierve, al hacerlo a 100ºC, el marisco ya está más que cocido. Todo el tiempo que permanezca de más, va solo en detrimento de su sabor y textura.
Bien es cierto que si tenemos un balde con diez litros de agua hirviendo y metemos una langosta de medio kilo, el agua no dejará de hervir y el calor no habrá penetrado hasta el interior de la pieza, pero seamos razonables, si cocemos un centollo, una langosta, unas nécoras o un bogavante vivos, no les vamos a preparar una piscina, sino una cantidad de agua aproximadamente del doble del volumen del bicho.
Tardará lo que tarde en romper a hervir, pero una vez que lo haga, como todo se ha ido calentado al mismo tiempo, agua y crustáceo, a los primeros borbotones ya estará el marisco listo. Eso sí, debe dejarse enfriar para que se cuajen bien las carnes.
Esto es válido solo para los grandes crustáceos vivos, con el marisco muerto, generalmente gambas y langostinos, podemos hacer algo parecido aunque teniendo en cuenta que partimos de agua hirviendo. Cuando el agua rompa a borbotones, echamos nuestros bichitos. El hervor se interrumpirá por unos segundos, quince o veinte, y, cuando vuelva a romper, ya podemos retirar con una espumadera nuestros camarones porque ya estarán listos. Es importante controlar la relación agua/piezas, porque eso altera todo. Yo calculo tres litros por docena de gambas. Si hay que cocer tres docenas, pues se hace en tres tandas. Una vez cocidas, tendremos un bil con agua helada con hielo y sal, donde sumergiremos unos segundosel marisco pàra cortar la cocción.
En Portonovo, que es donde se cuecen los mejores camarones para toda España, se sumergen en agua hirviendo con la propia espumadera, sin llegar a soltarlos en la olla, y luego se extienden en una esterilla y se cubre de sal gorda para que esta penetre en sus carne y resultan con ese sabor que los caracteriza.
En Asturias se ha puesto de moda cocerlos al momento para demostrar que están vivos, y claro, cuando los sirven apenas si saben a algo.
Respuesta a una lectora sobre como abrir y servir un buey
Hola Teresa
..., luego, cuando esté templado, arrancas las patas (cuando tengas experiencia, puedes hacerlo de otra forma para que cada una vaya con su correspondiente celdilla, pero ahora, hazlo así) separas la lengüeta de la parte ventral (lo que muestra el sexo y por donde salen las huevas si es hembra), por ahí metes el dedo o un mango de madera para hacer palanca, y levantas lo que es el cuerpo, dejando sobre la tabla el caparazón (se llama carro). Deber recoger en él toda comida que hay pegada a la zona de las celdillas y luego removerlo todo hasta homogeneizarlo. Junto a los ojos (casi entre ellos), verás una prominencia que debes retirar ya que contiene el cerebro y una parte amarga llamada glándula verde. Si es la primera vez que atacas esta disección, mejor déjala porque puedes arruinar todo con un mal martillazo.
Hay quién añade un huevo duro picado, un poco de cebolla e incluso un chorrito de fino de Jerez. Si tienes un marisco de calidad, eso es un crimen, sino, mi consejo es que no lo comas, pero bueno...
Debes partir las patas con un martillo, con un golpecito seco y medido para no aplastarlas.
Luego coges las celdillas y les retiras las branquias, una especie de bolsitas que hay a los lados y que contienen arena. Eso no se come. A continuación, con un cuchillo grande y pesado, partes las celdillas en tres o cuatro porciones, siguiendo las marcas de donde arrancaban las patas (a eso me refería al principio).
Para comerlo no creo que te hagan falta consejos, así que ..., buen provecho.