Pimientos de Padrón
Hay un refrán, tan estúpido como gallego, que dice “Os pementos de Padrón, uns pican e outros non”, lo cual, además de una soberana imbecilidad, es un fastidio, porque cuando te sale uno picante, es que rabia hasta tal extremo que puede provocarte una reacción anafiláctica y hasta un edema de glotis, o sea que tiene menos gracia que Franco, que también era gallego.
En realidad estos pimientos no deberían picar, porque las diferentes variantes del Capsicum annuum determinan sin ambigüedad la cantidad de capsaicina (8-metil-N-vanillil-6-nonenamida) que contiene, pero, debido a cruces entre guindillas y pimientitos de carne, pues hete aquí la bromita compostelana.
Esto me lo explicó el gran Camilo José Cela, que los cultivaba en su finca de Guadalajara y compartía sus experimentos botánicos con mi padre, ambos compañeros de la Facultad de Medicina de Madrid y horticultores en su vejez. Luego se casó con Marina Mercante y dejó de venir a comer a mi casa, no sé porqué, aunque yo me llevaba bastante mal con él porque era bastante gilipollas, y eso que todavía no era Premio Nobel.
Olvídense de esas chorradas populares de que si los redonditos o los afilados, o que en septiembre pican más. Pidan pimientos de garantía y coman tranquilos, sin sustos, que mi suegro estuvo a punto de palmar por un puñetero pimientín.
No hay otra receta que fritos, porque parte de la gracia está en comerlos a dedo, con sal gorda por encima, ligeramente churruscadinos, con piel, pepitas y hasta el rabo, si me apuran y los han sabido turrar bien.
Es importante lavarlos para eliminar los insecticidas, y luego secarlos muy bien, porque el aceite debe estar muy caliente y, si quedan gotas de agua, nos pueden abrasar los ojos.
Por supuesto sin sal, porque esta extrae sal y provocará esas peligrosos explosiones. Una vez bien escurridos, rociamos con unas escamas de sal marina, tipo Maldon y a comer calentitos.
Acompañan muy bien la carne a la brasa, sobre todo las chuletillas de cordero, aunque como más prestan es de aperitivo, con una buena fuente de pulpo a feira, unos cachelos para rebañar el aceitín verde que sueltan y un poderoso pan de Cea.
Ni que decir tiene que deben comerse con vino tinto, a ser posible de uva Caiño o Mencía, de Valdeorras o El Bierzo. Como decía Cunqueiro: "...piden un grolo de viño...., tinto, un tinto lixeiro".
Por si alguien duda de la procedencia de la fuente de la foto, sí, es una auténtica pieza antigua de Sargadelos, de cuando eran obras de arte.