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Jabuguitos

 
Censurado en el Diario El Comercio, hubo que correr el número

De un tiempo a esta parte, sobre todo después de ganar la izquierda las elecciones municipales en ciudades tradicionalmente de derechas tales como París o Lyon, los analistas políticos franceses están preocupadísimos por este nuevo fenómeno que Le Nouvel Observateur denomina como les bobós, contracción de las palabras bourgeois (burgués) y bohéme (bohemio) y que constituyen un segmento social que, como ellos definen, vive al estilo de la derecha (burgués) pero vota a las izquierdas (bohemio).

Dicen que son un quitasueños para los analistas y hasta les responsabilizan de que las clases obreras estén pasando su voto a Le Pen (ya saben, la ultraderecha xenófoba que pide votos para esclavizar a los inmigrantes magrebíes), pero como en estas páginas no tocamos esos temas (la política es una salsa que suele arruinar la mayoría de los platos), pues habré de justificar el porqué les hablo de los bobós.

Parece ser, según la misma fuente, que es la buena mesa y la afición al ocio, innegables síntomas de inteligencia, los dos motivos que caracterizan a este colectivo que ya empieza a ser mayoría en el mundo occidental y así son apodados como Gauche Caviar (izquierda de caviar) en Francia, Toskaner Fraktion en Alemania (al parecer los socialdemócratas eligen la gastronómica y sensual Toscana para pasar sus vacaciones), Champagne Left en Inglaterra (el motivo es obvio), y Liberados del Este en Estados Unidos a los neoyorquinos que pasan sus fines de semana en Martha’s Vineyard aprendiendo las nobles artes del vino y la buena mesa.

¿Y en España? ¿No hay bobós en España? (les ruego que no interpreten esta frase como un juego de palabras)

¿No ha sido en los tres últimos lustros cuando nuestro país ha cambiado sus costumbres, volviendo la cara hacia los suplementos gastronómicos donde beber la información que convertía a los irreductibles y descamisados revolucionarios antifranquistas en sofisticados consumidores de foie, vinos de alta expresión y restaurantes de tres estrellas?

Son, o mejor dicho, somos, porque no me debo excluir de este colectivo, consumidores compulsivos, enamorados del hedonismo en cualquiera de sus facetas, siempre y cuando esta se presente bien enmarcada.

Podemos redecorar la casa en ambiente marinero después de hacer un crucero, hacerlo según las normas del Feng-Shui a raíz de probar un buen sushi, o llenarla de mantras después de pasar las vacaciones en Nepal.

Sin embargo aquí no les hemos puesto nombre, quizás porque en español la palabra «izquierda» es trisílaba y combina fatal con cualquier delicatessen (el inglés left y en francés gauche, que se pronuncia monosilábicamente, {gosh}, se pueden asociar de maravilla a cualquier producto gastronómico).

Sin embargo en la década de los noventa, cuando toda la gente guapa se vestía a la moda ibicenca, a esta nueva clase rica, se la conocía como «Jabuguitos», porque acababan de probar y por tanto enamorarse, de las delicias del jamón de bellota y como además parecía que encajaba de maravilla con aquella etapa andaluza del socialismo español, pues miel sobre hojuelas.

Hoy la moda está en lo ecológico, lo feminista y lo mediterráneo, tres aspectos dificiles de engranar pero que con un poco de buena fe se pueden sentar a la mesa, siempre y cuando en ella haya un buen surtido de ibéricos (hasta los bobós musulmanes consideran que el ibérico no es jalufa y por tanto comer Jabugo o Guijuelo no es pecado).

Si esto fuese un test ¿Se consideraría usted un «Jabuguito»?


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