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Peces etiquetados

 
Diario El Comercio año 1999.
 

A simple vista puede parecer una ocurrencia más de la administración para recabar nuevos impuestos indirectos, pero si analizamos en profundidad el proyecto, verán ustedes como se trata de una argucia absolutamente brillante, ya que como es obvio, cuando la norma se ponga en práctica, y teóricamente, claro, sus ideologos ya no estrán ocupando las respectivas consejerías.

¿Para qué se esfuerzan entonces tanto en desarrollar algo tan complejo si ya anuncian que no se pondrá en práctica hasta septiembre?

Evidentemente porque saben que nunca se ejecutará, pero el marrón que le pueden dejar colgando a sus sucesores, puede ser de órdago.

Y como intenten ponerlo en práctica, entonces el cachondeo puede ser mayúsculo.

- Oiga, exigirá el cliente del próximo otoño, esta raja de merluza no lleva el marchamo de origen.
- ¿Y esto que es? responderá airosamente el pescadero.
- Pero hombre, si esa cabeza es de una pescadilla.
- Presuntamente, querrá usted decir, claro, porque como me acuse sin pruebas, le meto una denuncia que le crujo ¡eh!»

O también vendrá el cantamañas de turno, pidiendo sellos de garantía en cada bocarte. Menuda broma.

El guapo que tenga bemoles de poner en vigor esa ley, ya puede hacerse vegetariano porque no va a volver a probar una sardina hasta que la derogue, so pena de morir de un cólico por sobredosis de jalapa.

Otra cosa es que se pretenda que en Asturias solo se consuman pescados de piscifactoría, o congelados de importación, lo cual me parece ya mucho más razonable si tenemos en cuenta las perspectivas de la administración.

De esa forma ya no habría el menor interés en venir a comer a Asturias, y así los gastrónomos nos iríamos a hacer el indio a otra comunidad, con lo que el Principado se arruinaría mucho más cómodamente, sin necesidad de sufrir comentarios inoportunos, que en algún caso hasta podrían poner en peligro alguna brillante campaña electoral.

Por lo demás, al menos tal y como lo plantean de antemano, el proyecto no tiene demasiado interés para el consumidor porque, salvo los pescados de costa, la fecha en que se rule, no indica para nada la procedencia ni la fecha de captura, que sería lo interesante conocer (la etiqueta no diría el origen, sino el lugar y fecha de rula, así como el arte de pesca).

¿Qué pasó con los bonitos del Cantábrico?

En estas páginas dimos hasta las coordenadas en que los buques factoría franceses fondeaban para trasvasar sus capturas de arrastre a boniteros de caña asturianos y gallegos, para revender esas piezas con el sello de garantía de origen, y nadie movió pieza.

¿Que se busca, otra forma más para tomar el pelo al consumidor que pretende obtener productos de calidad?

Pocas cartas nos quedan ya en la baraja, pero cada pifia siembra un poco más de malestar.

Todos sabemos que esto del pescado no es sino una broma, una gamberrada destinada a tomar el pelo a los que vengan después, pero es que se pasan.

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Escrito por el (actualizado: 09/08/2015)