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Garantía de calidad, la asignatura pendiente.

 
Publicado solo en gallego en el libro A Cociña da primavera,

Aunque yo soy asturiano y no gallego, por distintos avatares de la vida, mi carrera como escritor gastronómico se centró principalmente en esta segunda región, quizás la mas reconocida de España por sus excelentes materias primas, pero desgraciadamente también castigada como ninguna otra por la picaresca que empaña este sector, de ahí que centre este capítulo en las trastadas que se están haciendo en la tierra de tan ilustres gastrónomos como los que cité hace pocas lineas, como ejemplo de lo que no se debe hacer en estos menesteres.

Mariscos importados de cualquier parte del mundo que apenas pasados por una depuradora se venden como autóctonos de O Grove, quesos elaborados por multinacionales con leche en polvo que se comercializan con nombres enxebres y patrióticas banderas galegas, vinos traidos clandestinamente desde la Mancha que se anuncian al son de gaitas y muñeiras, carne de vaca lechera estabulada y criada con pienso adulterado a la que se le pone una contraetiqueta que garantiza su bucólica procedencia de Ternera Gallega de pasto de alta montaña, legendarios capones de Villalba que ni son capones ni son de Villalba, y un sinfín mas de patrañas que sirvieron para enriquecerse a unos cuantos mangantes adscritos al contubernio de la Xunta fraguista.
Durante los años que escribí las páginas de gastronomía de El Progreso de Lugo, denuncié mil veces la gravedad de lo que estaba ocurriendo, y como esa pantomima podría llegar a estallar algún día y acabar en auténtica calamidad para el sector agroalimentario gallego (hasta que la mano negra que dirige los destinos de esa provincia ordenó mi defenestración, claro). Ahora, desde que mas de cien cadenas de televisión internacional que retransmitían la Vuelta Ciclista a España hace un par de años difundieran la bochornosa noticia de como un conocido hotel de Orense intoxicó a medio pelotón con alimentos en mal estado, ya nadie confía en Galicia Calidade.
Cientos de millones de pesetas gastados en una publicidad que dió la vuelta al mundo, se fueron al traste, porque mientras las metas volantes anunciaban Galicia Calidade, los corredores se cagaban por la pata abajo en las cunetas gallegas a causa de la lamentable realidad de la hostelería gallega.
La campaña publicitaria fue un éxito, pero al consumidor no se le puede engañar por mucho tiempo, y cuando se venden pollos Rode Island, o sea de engorde rápido para granja industrial, como capones de Villalba a veinte mil pesetas pieza, tarde o temprano el timo sale a la luz, y el negocio se va al garete.
Gracias a varios factores entre los que cabe mencionar las revistas gastronómicas, los suplementos dominicales de casi todos los diarios, programas de televisión y la lógica evolución cultural que está sufriendo nuestra sociedad, los consumidores están cada vez más preparados para enjuiciar la calidad de los artículos que compran, y concretamente en el sector alimentario la demanda de productos artesanos de calidad está de moda. Pero no vale vender como tal un queso industrial hecho con leche en polvo, por mucha banderita gallega que se le ponga encima. ¿No entienden que el consumidor ya no es tan imbécil ni inculto como lo pintan, y que si se le vende un producto con una garantía de calidad, este exige que eso sea lo que indica el marchamo, y que si no lo cumple ni por asomo, entonces se van a la mierda tanto el producto como la garantía en sí?
España se quiere subir al carro de los alimentos Label, de las Denominaciones de Origen Controladas, de los Productos Artesanos Garantizados y de mil sellitos y contraetiquetas más que quedan muy monos en los escaparates de las mantequerías de moda y en los lineales de las grandes superficies, pero mientras detrás no exista un auténtico control de calidad, flaco servicio le están haciendo a nuestra gastronomía desde la Administración. Incluso en casos como el de la Xunta de Galicia, se podría decir que la están apuntillando.
Desgraciadamente y como suele ocurrir casi siempre, los más honrados, los más respetuosos, los humildes artesanos, ganaderos o agricultores que mantuvieron la tradición y no se aprovecharon de las campañas de Galicia Calidade, serán los que paguen las consecuencias de esas iras porque las multinacionales que comercializan con garantías de D.O. quesos elaborados con leche importada de Francia, esos seguro que ya tienen algún otro negocio en marcha.

 

Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. También le recomendamos consultar el enlace a Escuelas de hostelería

 

Escrito por el (actualizado: 17/12/2012)