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Jornadas gastronómicas

 
Publicado en el diario Diario El Comercio año 1997.

No es mi intención arremeter contra el lucrativo negocio de las jornadas gastronómicas ya que con ellas se financian romerías, actos benéficos, pregoneros agradecidos, y hasta se promociona la imagen de la Asturias bullanguera, lo cual no tiene nada de malo, pero siempre y cuando se respeten unos mínimos criterios de decoro y buen gusto.

Yo mismo organicé varios actos de este tipo allá por los años ochenta, y hasta con bastante éxito, por ello considero que estas iniciativas tienen mucho de bueno para dar a conocer nuestras costumbres culinarias, nuestras bellezas naturales y nuestros mas pintorescos pueblos.

Incluso para ganar unas perras, porque no reconocerlo, aquí nadie regala nada y cualquier negocio honrado es lícito, hasta escribir de gastronomía, pero siempre y cuando se mantengan unos mínimos criterios de seriedad.

Organizar festivales de exaltación de los frixuelos, del boronchu preñao, de los nabos o del curadillo, tiene una justificación intrinseca ya que se están promocionando comidas tradicionales propias de cada zona, incluso algunas en vías de desaparición que de no haber sido por estas iniciativas quizás ya se hubiesen olvidado.

Todos y cada uno de estos eventos deberían ir avalados por algún criterio cultural que los justifiquen, de lo contrario son una degradante imagen para nuestra gastronomía.

Organizar una semana gastronómica del mar para que los chigreros del lugar vendan chipirones australes congelados, langostinos mauritanos achicharrados en la plancha o palitos de surimi con salsa rosa, no pasa de ser una bufonada grotesca y vergonzosa.

¿Y que me dicen de las inumerables jornadas del salmón?

Obviamente solo se consumen pescados de factoria importados de Noruega o Canada y si al menos una parte de la recaudación se destinase a limpiar y adecentar las riberas de nuestros ríos, pues al menos tendría una justificación razonable, pero ver desde un comedor atestado de gente como un tabernero listillo vende cientos de raciones de salmón de piscifactoría mientras por la ventana la orilla del río que pasa al lado está llena de plásticos, latas, botellas y ratas, la cosa es como para exigir a las autoridades que tomen medidas.

Y cuando se promocionan especies como la angula que deberían ya estar protegidas como en otros paises de Europa, pues la cosa toma tintes dramáticos.

Los jóvenes cocineros del Oriente intentaron preparar unas jornadas del gochu para exigirse a sí mismos un esfuerzo de imaginación al ponerse como condición preparar exclusivamente recetas personales, originales y nunca antes comercializadas. Esa fue una buena idea, lástima que se les echase el tiempo encima y hayan tenido que dejarla para otro año, porque otra de las aberraciones que suelen practicarse por estos pagos es celebrar estos actos durantes los días de mayor afluencia de público: Verano y Semana Santa.

¿Como se puede ser tan bestia?

Las jornadas de promoción hostelera deben hacerse precisamente cuando los establecimientos están pasando por los peores días del año, Febrero, Noviembre, etcétera, celebrar unas jornadas gastronómicas el viernes santo, un día en que hasta el más difamado garito está hasta los topes, es una estupidez que no se le ocurre ni al que asó la manteca. Y sin embargo, pues ya ven ...

Yo propondría a las autoridades que recaudasen un impuesto especial a estos oligofrénicos con destino a sus colegas menos favorecidos, me refiero a los internados en centros de salud mental que tanto necesitan de esa solidaridad fraterna.

Al menos así ya habría una justificación ética.

 

Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. También le recomendamos consultar el enlace a Escuelas de hostelería

 

 

Escrito por el (actualizado: 17/12/2012)