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Las vieiras, víctimas de la cocina gallega

Virira a la gallega
 
Virira a la gallega
Publicado solo en gallego en el libro A Cociña do Inverno
 

Pero si las ostras están infrautilizadas en casi toda España y concretamente en Galicia, lo de las vieiras ya es un auténtico atropello, un atentado contra las más elementales normas de respeto culinario, una agresión sin paliativos, con alevosía y crueldad, que debería estar castigado por la ley, si es que hubiese ley en este desastre de país.

¿Que mefistofélico embrujo morboso producirán estos sublimes moluscos en los cocineros para que se ensañen con ellos con tanta maldad?
Mágicamente se considera su concha como el emblema del origen de la vida, de ahí su presencia en el bautismo como puerta para entrar en el plano espiritual, y concretamente la vinculación de la vieira con la tradición jacobea, es una prueba fundamental de como desde la antiguedad se la vinculó con la iniciación esotérica: Santiago recorre el camino de las estrellas, o sea la Vía Láctea, hasta el fin del mundo, Finisterre, y allí baja al mar para hacer un paso de aguas, y de vuelta lleva como prueba de su iniciación la conchas de vieira, también llamadas de Santiago en casi todos los idiomas.
De todo ello deduzco, debió ser la censura eclesiástica quien impulsó a los cocineros monacales a masacrar esta joya de nuestra gastronomía, con el fin de evitar que los monjes cayesen en malas tentaciones, y así, desde el lejano y tenebroso pasado de la Inquisición, los cocineros españoles se han esmerado en buscar las distintas formas de destrozar sin piedad las excelencias de este bocado sin par.

Por favor señores cocineros gallegos, pero si las vieiras son la insignia de la patria galega, no sigan machacándolas con tanta vehemencia.

¡Yo he llegado a ver como algún psicópata ha llegado a cocinarlas hasta con trozos de chorizo!
¿Pero porqué? ¿Que les han hecho? ¿Que es lo que les excita tanto de ellas para maltratarlas así?
¿Es su voluptuosa carne blanca, su honda concha brillante, ese erótico labio anaranjado, su femenina elegancia?
¡Viólenlas si lo desean, pero coño, no las estropeen!

Torquemada ya murió, dejen que las hermosas vieiras lleguen al comensal en toda su esplendorosa lozanía y frescura.

La maravillosa Toñi Vicente, consciente de la erótica de la vieira, a volcado en ellas toda su dulzura culinaria y su encanto. Los resultados son tan fascinantes que después de probar sus carpaccios, sus ensaladas tibias, o incluso sus sencillas preparaciones en la misma concha, uno se pregunta hasta donde podrían llegar los creativos cocineros si amasen a esta femenina y coqueta sirena de nuestros mares, en lugar de sacrificarla sin razón confesable.

Yo las probé crudas por primera vez en un restaurante japonés de Londres, y quedé tan embelesado, que hasta que llegó la factura de la cena creí que aquello había sido un sueño.

¡Que maravilla! ¡Y que factura!

Todos, salvo mi amigo Manolo Dominguez del restaurante Combarro que dijo que eso de comer vieiras crudas era una cochinada, estuvimos de acuerdo en que de vuelta a la patria había que ponerse manos a la obra y conseguir preparar un recetario en esa linea. Al final nadie hizo nada, salvo Manolo, que sigue siendo uno de los pocos restaurantes que no se ensaña con ellas. Yo creo que, aunque no lo reconozca, también las ama.

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Escrito por el (actualizado: 13/10/2014)