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Marisco: ¿Gallego?

Mejillón gallego al vapor
 
Mejillón gallego al vapor
Publicado en el diario El Progreso, año 1993.

Hace ya muchos meses, quizás un par de años, el consejero de pesca nos informó de la nueva ley de marisqueo selectivo que se estaba implantando de modo experimental en Galicia y de la que se esperaba grandes resultados.

Según sus propios informes y mis propias averiguaciones, así ha sido y en estos momentos podemos estar todos contentos: los consumidores que tenemos marisco autóctono de gran talla a menor precio, los mariscadores que obtienen mayores beneficios al comecializar piezas de calidad y la administración por haber logrado encarrilar tan dificil mercado.

Desde estas páginas repito la felicitación que le trasmití hace unas semanas en Castropol al consejero de pesca, pero le recuerdo que de aquella primera comida en Viveiro, quedó una asignatura pendiente, y no precisamente una María, si no una muy importante: el control de origen y certificación de calidad de los mariscos gallegos.

Ya estamos en el 93. Llegó el Xacobeo y serán cientos de miles de personas las que visiten nuestra tierra y quieran comprobar la realidad de todo lo que se ha contado de los productos de calidad de Galicia. Quizás algunos piensen que los turistas que nos van a visitar son unos imbéciles con pantalones a cuadros y camisas floreadas a los que se les engaña dando gato por liebre, sin embargo esos horteras ya no vienen a España, somos demasiado caros y prefieren el Caribe o el Mogreb; los turistas que van a venir son gente con mayor cultura gastronómica que nosotros, que saben lo que cuestan las ostras, el centollo y la langosta en la "Brasserie Flo" de Paris, y que si están dispuestos a pagar el doble en un garito de mala muerte en la costa gallega, es a cambio de una calidad excepcional.

En aquella comida tan agradable, hablamos de que era vital garantizar nuestros productos y no permitir que por marisco gallego se vendan almejas italianas, ostras turcas, camarones mauritanos, cigalas escocesas, bogavantes canadienses, langostas saharauis, nécoras noruegas, centollos franceses, etc...

Yo he llegado a oir decir a un restaurador lucense, que los langostinos que tenía en carta eran de la ría de Arosa; ya se que hay que ser memo para creer que nadie haya pescado uno de estos sabrosos crustáceos en Galicia, pero estas bromas se pagan y el único medio de poner freno a tanto fraude, está en manos de la administración porque si queremos tener un mínimo de credibilidad, tendremos que empezar por regular nuestro mercado; la publicidad, después.

Escrito por el (actualizado: 26/11/2013)